Y cuando el dinosaurio despertó, Carver bebía, el oro de los tigres deslumbraba a Borges, Millás atendía el teléfono. Macondo entonces fue un sueño, una plegaria de Capote perdida en la lejanía de Bowles. El hombre ya no estaba allí. Solo encontraron un relato. Apenas un destello de vida.

4/23/2008

San Jordi. De libros...



4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me los apunto.
Gracias por el consejo.
María

Anónimo dijo...

Los tendré en cuenta.
Federico el ciber-lector

LA CASA ENCENDIDA dijo...

Alguno de ellos ya está engullido. Gracias por la información.
Saludos

Adela Fernández dijo...

Te recomiendo un libro de relatos cortos que leí hace poco: "Dos minutos: microrrelatos" y uno más antiguo, de Tizón: "Parpadeos". Saludos.

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"Todo misterio resulta al fin una trampa. El rastro de Miguel Fernández, su espejismo, conducen a la nada. Inventarlo fue mi error. Conocerle, mi tragedia.”