Y cuando el dinosaurio despertó, Carver bebía, el oro de los tigres deslumbraba a Borges, Millás atendía el teléfono. Macondo entonces fue un sueño, una plegaria de Capote perdida en la lejanía de Bowles. El hombre ya no estaba allí. Solo encontraron un relato. Apenas un destello de vida.

6/30/2006

De Jose Luis Serrano: Quedar para llorar

En Málaga, la semana pasada me encontré con una gran amiga que me contó que por estos días suele quedar con otro amigo para llorar.

Los imagino llorando juntos en las cálidas noches de la primavera perpetua de Málaga, sentados en los sofás blancos de un café, al pie de la alcazaba y del teatro romano, en esos quinientos metros escasos en los que Málaga es todavía fenicia y judía y, por tanto, Granada. No me atrevo a decirles sus nombres porque ambos tienen vida pública, pero créanme si les digo que no son ni adolescentes destemplados, ni viejos feos que se arrepientan de nada. Los dos son guapos y sabios, los dos son humanos.

No pueden sospechar que cuando lloran juntos conmemoran todas las cosas por las que merece la pena llorar: la hermosura perdida de Eva, abrazada por un hombre que no sabe que se llama Adán ni que está condenado; la luna sobre Tartessos y el primer espejo que devuelve la imagen de una sonrisa espontánea; el guerrero caído en la batalla y padre; Mariana Pineda camino del cadalso, requerida de amores y condenada por un juez de infame memoria; el primer hexámetro redondo de un joven poeta griego; la mujer que al pie de la cruz mira al que agoniza; las cenizas de Medina Azahara recién extinguido el incendio que la borró de la faz de la tierra; el anciano andalusí, hombre de honor abofeteado en la iglesia por aquel cura maldito que desencadenó una guerra; el tiempo de las cerezas cantado en francés y el verso impecable de Aleixandre que dice de la vida: entre dos oscuridades, un relámpago.

Somos un relámpago de soledad, de amor y de tiempo y las tres cosas llevan lágrimas. Loado sea el amor de los que se ríen juntos. Bendito aquel que habla solo y se ríe, porque lleva en paz su soledad. Y alabado sea el amigo incansable que compone chistes para que nos riamos juntos de los estragos del tiempo. Sin embargo, hay algo en el llanto que no está entre las ventajas de la risa. Hay algo en el llanto de mis amigos de Málaga que nos recuerda la dignidad enorme de quienes lloran con razón: porque están demasiado solos, porque el tiempo los devora, porque sienten el sabor amargo que se llama tristeza y que aparece siempre cuando el amor se va, o porque son relámpagos humanos de soledad, de amor y de tiempo.

caorama 132 en
www.joseluisserrano.net
La Opinión de Granada, 30.06.06

6/25/2006

Vanesa Martin. El tren de la cordura


El último pasajero de mi tren se ha quedado fuera
La última carga de carbón no llegó a la caldera
Por loco, por confiado, por no valorarme
Y ver el futuro en solitario y divagar en su respuesta.
A la próxima estación voy a llamarla cordura
De ella me valdré para quitarme las dudas.
Vamos a dejar de matarnos, vamos a dejar de malherirnos
Tú por tu camino, yo por mi camino
Si es que no podemos evitarlo.
Rumbo fijo y adelante es lo que ahora impera
Luz verde para los sueños que despiertan
Por tonta, por no darme cuenta de cuanto ganaba
Y refugiarme en sus brazos, sabiendo que no me aliviaban.
En un viejo vagón de tren hallé lo que buscaba
Una explosión de vapor y entre el humo gritaba.

"Todos tenemos los mismos miedos e inquietudes, las mismas ilusiones y experiencias. Canto lo que me pellizca. Cantar mis canciones me sirve de terapia, es como quedarme tranquila por dentro, quitarme un peso de encima. Quiero contar lo que vivo, acercarme a todos los temas posibles, jugar con las palabras, dejar abiertas las canciones. Cerrar una canción es limitarla".

http://www.airedemusica.com/infoartistas.php?id=0000027

6/21/2006

De los celos y otras vanidades. Los consejos de Papá Hemingway


Yo comencé muy despacio y pude con el señor Turguéniev. Después hice un esfuerzo y pude con el señor De Maupassant. He empatado dos veces con el señor Stendhal, y creo que salí un poco mejor parado que él la segunda vez. Pero nadie conseguirá ponerme en el ring con el señor Tolstói, a no ser que me vuelva loco o que mejore mucho.
(...) Quizás esto anime a los escritores jóvenes, de este modo no tendrán que pedir consejo a sus psicoanalistas. Un psicoanalista me escribió una vez preguntándome qué había aprendido yo de los psicoanalistas, y le contesté que muy poco pero que esperaba que ellos, por el contrario, hubiesen aprendido todo lo que les hubiese sido posible comprender de las obras que he publicado. Nunca verás derrochar puñetazos a un boxeador que sabe devolver golpes. Nunca te enfrentes a un buen golpeador sin estar seguro de que eres mejor que él. Arrincona al contrincante y aguanta todo lo que te eche de manera que controles el interior del ring. Esquiva los golpes laterales. Para los ganchos. Y responde a los golpes con todo lo que lleves dentro. Son los consejos de Papá Hemingway, con todo lo que me ha enseñado la vida.
(...) Los que no saben que el trabajo es el amor más fiel y verdadero, lo sienten como una rivalidad, y siempre se sienten celosos y buscan pelea. Yo, por mi parte, adoro mi trabajo más de lo que he adorado a ninguna mujer o a ninguna otra cosa.


Citado por Lilian Ross
Retrato de Hemingway
Muchnick Editores 2001

6/19/2006

Poética

Y cuando el dinosaurio despertó, Carver bebía, el oro de los tigres deslumbraba a Borges, Millás atendía el teléfono. Macondo entonces fue un sueño, una plegaria de Capote perdida en la lejanía de Bowles. El hombre ya no estaba allí. Solo encontraron un relato. Apenas un destello de vida.

6/17/2006

Desde Eufamia. Pilar Adón visita a Jane Bowles en su piso del Edificio Itesa


Siento que no haya coincidido con Paul. Está a punto de regresar de una isla que compró años atrás en el Índico. Otra de sus rarezas, por mucho que sea uno de los lugares más hermosos que he conocido. Los amigos lo toman por loco. ¿Quién puede querer comprar un islote? ¿Quién dejaría Nueva York para vivir en Tánger? Paul, claro. Recuerdo que Capote se estremeció cuando nos visitó. ¡Estaba obsesionado con los alacranes! Para Tennesse, en cambio, es el paraíso. Y para Cherifa también. ¿Te vendrías conmigo a Estados Unidos, Cherifa? ¿No? Ja, ja… Ni siquiera consintió acompañarme cuando enfermé y me llevaron a Inglaterra. Todos murmuran, Pilar. Al parecer me tiene embrujada, figúrese. En una recaída, Paul la echó a la calle. Alguien inventó que había encontrado un mechón de mi cabello en una maceta y le amargaron la existencia. Sin embargo, ella, con dignidad, me esperó en su casa, en una de esas montañas que rodean Tánger. ¿Sabe que Tánger se levanta sobre varias colinas, como Roma? Fui a buscarla en cuanto mejoré. Es una mujer con carácter. Confío en que se quede con nosotras unos días la próxima vez, Pilar. Cherifa le sorprenderá. A ella no le gusta que lo cuente pero fue la primera musulmana que apareció en jeans por el mercado. Sin embargo, ellos, tan occidentales, la critican. El primero, Paul. Dice que me distrae, que no escribo por su culpa, que desaprovecho mi talento... A mí, en cambio, me parece bien todo lo que hace Paul. En realidad, seguimos caminos paralelos. Él es más persistente. Un gran escritor, en serio, de los mejores, aunque a veces también se disperse y se encierre abajo, en su piso, con... ¿Cómo se llama? Ay, me está doliendo la cabeza otra vez. Cherifa, prepara té para Pilar.


... Y tú sabes que en el largo viaje que te espera, cuando para permanecer despierto en el balanceo del camello o del junco se empiezan a evocar todos los recuerdos propios uno por uno, tu lobo se habrá convertido en otro lobo, tu hermana en una hermana diferente, tu batalla en otra batalla, al regresar de Eufamia, la ciudad donde se cambia la memoria en cada solsticio y en cada equinoccio.
Italo Calvino
Las Ciudades invisibles

6/13/2006

In memoriam



Quand nous chanterons le temps des cerises
Le gai rossignol et merle moqueur
Seront tous en fête
Les belles auront la folie en tête
Et les amoureux
du soleil au cœur
Quand nous chanterons le temps des cerises
Sifflera bien mieux le merle moqueur.

Mais il est bien court le temps des cerises
Où l’on s’en va deux cueillir en rêvant
Des pendants d’oreilles
Cerises d’amour aux robes pareilles
Tombant sous la feuille en gouttes de sang.
Mais il est bien court le temps des cerises.
Pendant le corail qu’on cueille en rêvant

Quand vous en serez au temps des cerises
Si vous avez peur des chagrins d’amour
Evitez les belles
Moi qui ne crains pas les peines cruelles.
Je ne vivrai point sans souffrir un jour.
Quand vous en serez au temps de cerises.
Vous aurez aussi des peines d’amour.

J’aimerai toujours le temps des cerises
C’est de ce
temps-là, que je garde au cœur
Une plaie ouverte
Et Dame Fortune en m’étant offerte
Ne pourra jamais fermer ma douleur.
J’aimerai toujours le temps des cerises.
Et le souvenir que je garde au cœur.


"El poeta escribió la canción en tiempos de la Comune, cuando el pueblo luchaba contra un régimen de opresión feroz. Él sabía que después del combate habría una terrible opresión -mataron a setenta mil obreros y los que quedaron vivos fueron obligados a construir el Sacre Coeur de París- y deseaba que llegase el tiempo de las cerezas, la primavera de la felicidad. "
Tiempo de cerezas.
Montserrat Roig
13 de junio de 1946-1991

6/12/2006

Si una noche de invierno un viajero...


La noche que murió Vicente Aleixandre escuché por primera vez a Javier Lostalé. En el pueblo la oscuridad era un fardo que aplastaba cualquier intento de rebelión. Solo algún camión osaba desafiar la ley de la gravedad horizontal para rasgar el lienzo amarillento que colgaban de las viejas farolas. El frío, ese fantasma sin sábana, saltaba de cuarto en cuarto, de calle en calle, para borrar palabras, apagar los sueños, despertar el miedo. La radio susurró entonces que el gran poeta Vicente Aleixandre acababa de fallecer a los 86 años en su casa, sita en Welingtonia número tres. Apenas había salido alguna vez de allí. Vi la nariz afilada, el rostro plácido, las manos blanquecinas del vidente. Odié a Lostalé, el fingidor que micrófono en mano emocionaba desde la unidad móvil en el boletín informativo de la una, de las dos, de las tres. Ese Lostalé recibido cada tarde con una sonrisa por el maestro mientras yo me resignaba a entrevistarle para la revista del instituto ante la desesperación del director. “Con estos del 27, cuidado. ¿Y por qué se escribe, don Vicente? Porque es lo único que me queda, para ser joven y alimentar una esperanza radical”. Y el muchacho volcaba aquel diálogo sin conocimiento sobre el carro de la Olivetti Lettera 36, a escondidas de la profesora que quiso ser la Margarita de Rubén. El medio pudo ser el mensaje pero Lostalé no existió esa madrugada. Aunque su emoción llevara, condujera, mezclara, rumorosamente arrastrara el cadáver del difunto, nunca visitó a Aleixandre, ni supo apreciar el aroma de la rosa inclinada ni halló el resplandor más hondo. La poesía miente. Tampoco yo llegaría jamás a Wellingtonia, ni escribiría versos ni pondría mi mano sobre el hombro del poeta para decir con voz muy baja «Amigo... todo está consumado».

6/11/2006

Autovía b89, salida098, cerca de Moriana


Nadieeeeeeeeee... el eco arrastra el estribillo por la nave industrial disfrazada de cabaña en un abrevadero de la autovía. La camarera, una veinteañera bajita de raza negra, empuja sin fuerzas el mango del filtro hasta ajustarlo a la cafetera. El cartelito que luce en la solapa advierte que se llama Olga. Algunos clientes consultan el reloj con desgana, hace tiempo que llegaron tarde. Otros, absortos en la nada, siguen con la vista la espiral que bosteza la cuchara dentro de la taza. Nadieeeeeeee, pregona la voz ronca en la radio. Un individuo se despega de la barra, da un corto paseo por la sala, anvanza, para, retrocede, despide una mezcla bien visible de gases producida por la combustión de una sustancia, generalmente compuesta de carbono que arrastra partículas en suspensión. El incensario resguardado en la sucia camiseta de tirantes detiene su ir y venir ante unos expositores. Cuatro dedos borran el nombre de Ken Follet de la cubierta, las fascinantes razones de la contratapa. La camarera apila vasos sobre el fregadero. Nadieeeeee, arenga la laringe metálica desde la falsa madera de asbesto. Los feligreses acatan con resignación el presagio. El barquillero de la música adquiere la prisa de una ruleta. Olga levanta la cabeza sin cerrar el grifo. Con sigilo, el brasero ha cruzado la venta, se planta frente a la caja registradora. “Dame un disco de aquellos y cobra”, ordena a la mujer. Emprende el retorno a la nave sin apartar los ojos de las diez líneas escritas en el reverso del cedé. Antes de que relinche y serpentee por la calzada, la bestia lanzará su grito de guerra. Opá, yo viazé un corrá pa eshá conejas y conejillos. Aquí, Radio Buenos Días Efeme. Amanece, cielos despejados. Alégrense, nos aguarda un día cargado de emociones, la vida es bella.


Valdeado el río, cruzado el paso, el hombre se encuentra de pronto frente a la ciudad de Moriana, con sus puertas de alabastro transparentes a la luz del sol...
Las ciudades y los ojos.5
Italo Calvino

Próxima estacion: Bobadilla



Cierta mañana me encontré, tras un sueño intranquilo, convertido en un monstruoso insecto. Todo mi ser reposaba sobre el duro caparazón de la espalda. Al alzar un poco la cabeza, descubrí un vientre oscuro, surcado por curvadas callosidades. Innumerables patas, escuálidas en comparación con el grosor ordinario de lo que fueron mis piernas, ofrecían el espectáculo de una agitación sin consistencia. La mísera habitación, la desvencijada cama que pagaba con agotadores trabajos eventuales, el ventanuco que recogía mi aliento en las noches invernales, se presentaban carentes de volumen, como si las dimensiones fueran dos.
Sí, alguien vendrá.
La carcajada de la gallina del cuadro lo negó: “Ahí te quedas hijoputa”. Las mariposas fueron una contraoferta. “Life vest under your seat”, suspiró bajo la butaca la cabeza de mujer. Si nada existía, ¿con qué materia me hicieron? ¿De una fibra o una sustancia plástica? ¿Me sostenía una estructura firme o la suma de telas, papeles y esencias reunidas a capricho?
Vendrán, repetí.
Demoré cada letra para olvidar que desde mi llegada, los patronos cambiaban a diario, que el edificio estaba en ruinas, que el vecindario empleaba una jerga desconocida y se organizaba por reglas imposibles, que si todo se ha perdido y nada se tiene no hay cafés, ni vino, ni partidas de cartas, ni amigos, ni amores.
¿Hasta cuándo permanecería ajeno, evidente, suspendido? La puerta, si existió, había desaparecido.
Un caudal invisible, como el dedo indiscreto que recorriera la geografía de los ojos, humedeció mi rostro. ¿Lloraba? El destino adquiría otras hipótesis. Con la sequía, el tacto será áspero; el azul, más intenso.
¿Qué contarán de mí los que me conocieron? La vieja y su alcuza, el perro mutilado, el hombre sin dientes que apoya su papada sobre el respaldo de la silla, el niño abandonado en el cochecito... ¿Se recogerán al paso de la comitiva que arrastrará al infinitivo este amasijo rugoso?
Nada queda. A partir de cierto punto no hay retorno. Ese es el lugar por alcanzar.



Para el catálogo de una exposición de Fran Bobadilla.
Ámbito Cultural. El Corte Inglés.
Diciembre, 2005

6/07/2006

Desde Valdrada



En alguna parte de la nada se levanta el limbo de los personajes a la espera de la voz que les diga levántate y anda. Miles de almas arrastran su condena, una memoria, un carácter, las circunstancias. De repente, una orden los aparta de la abulia: Alonso Quijano, recoja sus libros y preséntese en el departamento de personal. Han encontrado un autor para usted. Otras veces la liberación es fruto de la casualidad. Dicen que el coronel Aureliano Buendía exigió el traslado cien años después de haber soñado con la naturaleza del hielo. No todos llegan o se marchan solos. Por un extraño comportamiento que la ciencia del vacío no ha logrado descifrar, los hay que se unen para siempre al destino de su libertador. Antes de que Bogart o Mitchum le prestaran una máscara, Phillip Marlowe protagonizó un oscuro episodio con un tal Chandler. La última ausencia presagiada en el edén de papel es la del mercenario Zawi Zirí, el antiguo jefe de policía a quien se atribuye la fundación de la ciudad fantasma. No constan los detalles de la fuga. Pudiera ser que, con la complicidad de la Musa, el azahar se confundiera con la espesa bruma que cubre el lugar. El primero de los efectos del veneno que liberó para siempre al rey Zawi fue la euforia. Toda la noche oyeron pasar pájaros. Cuando el médico espagirista despertó, el beréber no estaba allí. De poco habían servido los presagios de Urlilit de Tuat, el sacrificio de Patroclo, los desvelos de Nausícaa. Un invisible tíaso despidió al fundador de la estirpe. Grato sentir o presentir, rey doliente -saludó Serrano-, que tus dulzuras son adioses, que te será negada la llave, que la cruz del infiel borrará la luna, que la tarde que miras es la última.



Los antiguos construyeron Valdrada a orillas de un lago con casas todas de galerías una sobre otra calles altas que asoman al agua parapetos de balaústres.
Las ciudades y los ojos.1
Italo Calvino


Principal acusado

Mi foto
"Todo misterio resulta al fin una trampa. El rastro de Miguel Fernández, su espejismo, conducen a la nada. Inventarlo fue mi error. Conocerle, mi tragedia.”