Y cuando el dinosaurio despertó, Carver bebía, el oro de los tigres deslumbraba a Borges, Millás atendía el teléfono. Macondo entonces fue un sueño, una plegaria de Capote perdida en la lejanía de Bowles. El hombre ya no estaba allí. Solo encontraron un relato. Apenas un destello de vida.

4/13/2008

Cartelera. Bajo el tejado de zinc


Abre los ojos, estúpido. No fui una estrella aunque me haya recluido en la casucha que mi madre heredó de sus padres y esté huyendo de un pasado que me atormenta. Vivo entre cuatro paredes, en este pueblo de mierda porque no tengo a dónde ir. Ya conoces la historia, supongo que la habrás oído en todas partes: que el cántaro se rompe, que la cabra tira al monte, que quien mal anda... Sí, yo he acabado de la peor manera, miserable, arrastrada, loca. Si me llaman la Marlene, no es porque sea alemana, ni por el cabello rubio, me lo tiño, ni porque recuerde a la otra. No te hagas de nuevas, farsante. ¡Claro que iba al cine todas las noches! De algo tenía que vivir. Aunque nadie me la pedía, compraba la entrada, para que la hijadeputa de la taquilla no le diera a la sinhueso, y me sentaba donde todo el mundo sabía que se sentaba la pajillera. Delante de la Davis, de la Crawford, de la Taylor, de la Hepburn, unas manos callosas magreaban mis tetas, me pellizcaban la entrerpierna, tiraban de la braga hasta romperla. Volvía a mi camastro sucia, llena de babas, de moratones a veces, pero con unos duros en el bolsillo. Lo justo para poner la mesa unos cuantos días hasta que el dinero se acababa y tenía que regresar al patio de butacas. En este poblacho no había ni barrios chinos ni meublés. No, no soy la Garbo, niñato. Llamaste a esa puerta porque en el ayuntamiento querían saber si me había muerto. Hablaste de Breve encuentro y de Gloria Swanson, te conté que me recordabas a Monty, no quisiste ver lo que soy, lo que fui: una puta. Te perdono todo, menos la escena de amor de hace un rato. Agarra el hatillo, tus discos, tus libros y lárgate. No vuelvas a poner los pies aquí. Esta es mi vida, siempre lo será... No hay nada más, sólo nosotros, las cámaras, y toda esa gente asquerosa en la oscuridad.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ufff que relato más..., bueno me ha encantado leerlo, es precioso.
A la vez hace refelxionar lo cruel que es la vida con algunos seres humanos,
Saludos, aunque le leo no había puesto nunca comentarios.

Ramiro Semper dijo...

Relato redondo.

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"Todo misterio resulta al fin una trampa. El rastro de Miguel Fernández, su espejismo, conducen a la nada. Inventarlo fue mi error. Conocerle, mi tragedia.”