todos los hombres matan

Y cuando el dinosaurio despertó, Carver bebía, el oro de los tigres deslumbraba a Borges, Millás atendía el teléfono. Macondo entonces fue un sueño, una plegaria de Capote perdida en la lejanía de Bowles. El hombre ya no estaba allí. Solo encontraron un relato. Apenas un destello de vida.

2/15/2009

Dedicatoria

Si el amor puso en tus manos un libro...
que no se escape entre los dedos,
como el agua,
ni se marchite la rosa,
ni se apague el fuego
de los días felices.

1/20/2009

En una línea. Carmiña



"Escribimos para salir limpios del fondo de lo peor"

Carmen Martín Gaite a Rafael Chirbes. Después de haber leído Mimoun

1/12/2009

Y cien. De Teodicea. Ensayo

Acerca de la libertad de Dios, la bondad del hombre y el origen del mal
Acerca de la bondad de Dios, del origen del hombre y la libertad del mal
Acerca del origen de la bondad de Dios, de la libertad del hombre y del mal
Acerca de Dios, la libertad del hombre y el origen de la bondad del mal
Acerca del mal, de Dios, del origen de la libertad del hombre y la bondad
Acerca del hombre, del mal, de Dios, la libertad y la bondad del origen
Acerca de la libertad, del hombre, el origen de Dios, la bondad y el mal
Acerca de la bondad, el origen, la libertad, del hombre y del mal, de Dios 
De Dios, acerca de la bondad y el mal, la libertad, el hombre, el origen 
Dios. el mal, la libertad, la bondad, acerca del hombre y el origen 
La libertad, el origen, acerca de Dios, del mal del hombre y de la bondad
De la libertad del mal, origen, el hombre y Dios, la bondad   

y más...

9/05/2008

Siempre Papá

"¿De veras cree que las grandes emociones vienen de las palabras grandes? Se cree que no conozco las palabras de diez dólares. Claro que las conozco. Pero hay palabras más viejas y simples y mejores, y son las que uso yo".

La buena vida según Hemingway
A. E. Hotchner
Ed. Belacqua

7/22/2008

Desde Eufamia. Obituario: Mesidor Padial, proyeccionista

Cuando encendieron la luz Mesidor Padial llevaba muerto un buen rato frente a la pantalla en la que Greta encarnaba a la reina Cristina.  Dorpadial, como era conocido, aprendió a manejar el proyector mientras cumplía el servicio militar en El Pardo. Por entonces, el Jefe del Estado señalaba en la cartelera un filme para el pase privado del domingo. “Nadie sabe por qué, pero aquella semana puso la cruz en El verdugo y, claro, hubo desbandada…  En tres o cuatro días conseguí un oficio. Su Excelencia vio la película a solas, sin hacer ningún comentario, sólo al marcharse me dio las buenas noches con un hilo de voz”. Por su discrección, Padial supo granjearse la confianza de la familia que incluso le permitió buscar títulos. “Todo se torció en 1974 –recordaría tres décadas después-, pequé de imprudente pero… Tenía cinco bocas que alimentar y no daba abasto, que si el cineclub de los jesuitas, que si las sesiones de la Obra Sindical. Por tres míseros duros  iba a todas partes tirando de la máquina y las bobinas, hasta que aquel paso en falso me cambió la vida. ¿Quién iba a imaginarse que en una película sobre San Francisco saldría un tío en cueros? Y la Junta de Censura... ¿qué? ¿Y el Ministerio? En cuanto vi que la Señora se levantaba hecha una furia y que intentaba sacar de allí a los nietos menores supe que no había vuelta atrás.” Cuarenta y ocho horas después,  a Mesidor lo trasladaron a Fuerteventura. Su mujer se negó a acompañarlo. Antes de volver ella le contó que vivía con un taxista. Las Hermanas Hospitalarias  acogieron a Dorpadial hace un año para que organizara ciclos con las viejas bobinas del Regio, el último de nuestros grandes cines.  Pasada la novedad, los residentes prefirieron la televisión pero el proyeccionista siguió cumpliendo con su tarea para que el único espectador, el arquitecto Abrisqueta, no le robara el corazón de Greta, la mujer que amó.


"Y tú sabes que en el largo viaje que te espera, cuando para permanecer despierto en el balanceo del camello o del junco se empiezan a evocar todos los recuerdos propios uno por uno, tu lobo se habrá convertido en otro lobo, tu hermana en una hermana diferente, tu batalla en otra batalla..."

6/02/2008

De José Luis Serrano. Del sueño y la memoria

Pensaba yo que los sueños reiterados eran cosa de un pasado excesivo y desordenado y que no volverían ahora que he abandonado la noche y la desdicha y que cultivo las mañanas y la serenidad. Sin embargo, hace treinta días o más que sueño que estoy reconstruyendo mi memoria. Viví con mi padre el último año de su vida, cuando ya había perdido su propia memoria y desde entonces temo a las enfermedades del vacío tanto como a la muerte.

Y desde hace unos años padezco olvidos imperdonables, sufro por no recordar los nombres de personas apreciadas y lo peor, a veces me cuentan que he hecho o dicho lo que no recuerdo haber hecho ni dicho. Por ejemplo, una antigua alumna me dijo: nunca olvidaré la clase en la que hablaste del caso de la oreja cortada resuelto por Sherlock Holmes. Conozco el caso al que se refería mi antigua alumna, pero juraría que jamás lo había mencionado en una clase. Busqué el programa de mi asignatura del año 1994 y allí estaba: tema 3... La verdad y las formas jurídicas... Conan Doyle. Sentí pánico. Otras veces leo algún relato viejo o alguna columna de hace años y es como si leyera por primera vez un texto que yo he escrito.

Creo que es por esto por lo que estas semanas sueño con la reconstrucción de mi memoria. Es un sueño compensatorio como el del niño que sueña que va subido en el columpio en el que su padre no lo quiso montar. Pero los sueños compensatorios son gratificantes y el mío no lo es. Veo mi memoria entera, recuerdo con detalle todo lo que me ha pasado pero no me veo a mí mismo. En lo astral no tenemos rostro, así que no sé si soy yo el que en mi sueño aparece delante de un monitor gigante por donde pasa mi vida.

En la miliunésima noche, Scherezade le cuenta al rey la historia de las mil y una noches. Por lo tanto, esa noche contiene todas las demás, incluida también ella misma. De la misma manera, lo peor de mi sueño no es saber que la película exacta de mi vida duraría cuarenta y siete años, nueve meses y tres días y que ya no tendría tiempo de verla. Lo peor es que en el relato aparecería el sueño en el que relato mi vida. Ese sueño contendría toda mi historia, incluido el recuerdo del propio sueño. El sueño sería tan real como la vida y si los sueños pueden ser reales es porque nosotros podemos ser ficticios.

La Opinión de Granada

6/01/2008

De Manuel Alcántara. Telegrama a Bécquer


Mis cuentas no están cabales,
me falta una golondrina
y me sobran tres cristales.

Manuel Alcántara
Antología personal
Ed. de Juvenal Soto
Almuzara, 2008

4/15/2008

No, no y no

Amigo Ortelio: En una reunión urgente, la Junta Directiva del Círculo Matemático me ha encargado que replique con contundencia a la recensión aparecida ayer en este mismo medio. Por la rancia amistad que nos une, te agradeceré que no demores su publicación. En breve, volveré a molestarte para que nos ayudes a difundir la celebración, a guisa de desagravio, de un simposio sobre Strafell. Recibe un afectuoso saludo de tu viejo condiscípulo,
Crescencio Mateos


Ya no roe, ahora corta y pega. La destreza del ignoto Tadzio Della Riva parece reducirse al manejo de esa herramienta informática que algún estúpido bautizó como ratón. Desde lo literario, su libro El té de las cinco está mal concebido, desordenado e incurre de lleno en lo zafio. Es un bodrio. La investigación que pretende aportar no ilumina la trayectoria del maestro Strafell, el nacimiento de su vocación matemática, su paso por distintas universidades en la Europa de entreguerras y, sobretodo, su aportación a la causa de la paz y al nacimiento de un nuevo orden mundial después de la derrota del Eje. Todo eso lo contó Victor Strafell en Algo parecido a la vida, para muchos críticos uno de los mejores libros de memorias del siglo XX. Nuestro falso biógrafo prefiere, sin embargo, insinuar un episodio para que los lectores hagan el resto del trabajo. Sí, aunque parezca extraño, Strafell y el dibujante Gustav Martin coincidieron en las aulas y tal vez cultivaron ese gusto por la tertulia sobre el que gira el libelo... A partir de ahí, todo es mentira. Mentira porque una verdad a medias es también una falsedad. Para empezar, la correspondencia está incompleta. Hay más cartas, como puede comprobarse en las memorias del insigne matemático. Es rigurosamente falso, además, que no volvieran a encontrarse. Por citar una ocasión, y hubo otras, en 1945, durante la Conferencia de San Francisco. No sabemos si pidieron café o güisqui, pero hablaron. Y, lo más doloroso, nadie ha refutado el famoso teorema, que no teoría, de Strafell. La labor de Kenn y Marshal, más rigurosa que la que nos ocupa, puso sobre el tapete el fundamento científico de Strafell y su preocupación por el delirio bélico. Apenas unas semanas después de la muerte del pensador, las tropas rusas invadieron Afganistán. De Gustav Martin, puedo aportar poco, salvo que al parecer dibujaba y bebía té.

Principal acusado

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"Todo misterio resulta al fin una trampa. El rastro de Miguel Fernández, su espejismo, conducen a la nada. Inventarlo fue mi error. Conocerle, mi tragedia.”