


Y cuando el dinosaurio despertó, Carver bebía, el oro de los tigres deslumbraba a Borges, Millás atendía el teléfono. Macondo entonces fue un sueño, una plegaria de Capote perdida en la lejanía de Bowles. El hombre ya no estaba allí. Solo encontraron un relato. Apenas un destello de vida.
4 comentarios:
Me los apunto.
Gracias por el consejo.
María
Los tendré en cuenta.
Federico el ciber-lector
Alguno de ellos ya está engullido. Gracias por la información.
Saludos
Te recomiendo un libro de relatos cortos que leí hace poco: "Dos minutos: microrrelatos" y uno más antiguo, de Tizón: "Parpadeos". Saludos.
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