Y cuando el dinosaurio despertó, Carver bebía, el oro de los tigres deslumbraba a Borges, Millás atendía el teléfono. Macondo entonces fue un sueño, una plegaria de Capote perdida en la lejanía de Bowles. El hombre ya no estaba allí. Solo encontraron un relato. Apenas un destello de vida.

12/31/2006

v.o.s.

Porque no sabemos cuándo moriremos,nos creemos que la vida es un bien inacabable. A pesar de que las cosas sólo suceden un cierto número de veces; y un número muy pequeño en realidad. ¿Cuántas veces recordarás una tarde concreta de tu infancia, una que es una parte tan profunda de ti que ni siquiera puedes concebir tu vida sin ella? ¿Quizá cuatro o cinco veces? Quizá ni siquiera eso. ¿Y cuántas más verás alzarse la luna llena? Tal vez veinte, y aún así todo parece ilimitado.

El cielo protector
Paul Bowles

Because we don't know when we will die, we get to think of life as an inexhaustible well, yet everything happens only a certain number of times, and a very small number, really. How many more times will you remember a certain afternoon of your childhood, some afternoon that's so deeply a part of your being that you can't even conceive of your life without it? Perhaps four or five times more, perhaps not even that. How many more times will you watch the full moon rise? Perhaps twenty. And yet it all seems limitless.
The Sheltering Sky
Paul Bowles

12/27/2006

365-4=

Y cuántas veces más verás la luna llena

12/21/2006

El poema recuperado

Desde el empotro

Tengo un vaso en la mano que te llama
y un poema en los labios que decirte.
Desde el empotro, quiero repetirte
que solo permanece lo que se ama:
esta vieja amista que nos inflama
llamando al corazón para sentirte.
Volver un año más para pedirte
el brindis que la vida nos reclama.
Es el amor, que dulcemente llega...
Por éso, en el umbral del vino nuevo,
tiendo mi mano abierta a quien me niega
y pago al que ofrendí lo que le debo.
Desde la soledad de mi bodega,
por tí levanto el vaso -amigo- y BEBO.

Francisco Creis Córdoba


Anabel, tan atenta siempre, puso orden en las cosas y en la memoria. Gracias

Tempus fugit

Cada año, a finales de noviembre, busco en el laberinto de mi desorden la tarjeta con un soneto, el dibujo de Gregorio Prieto y cuatro o cinco líneas manuscritas en las que Francisco Creis, tan elegante como afectuoso, dejaba constancia de sus mejores deseos. Para mi desdicha, el destino no sólo nos arrebató un buen amigo hace algún tiempo sino que ha escondido, espero que no para siempre, en los confines de mi desorden la precisa combinación de cuartetos y tercetos que en Navidad me ayudaban a conjurar, entre tanta felicidad impostada, la nostalgia, el peso de la vejez, la incertidumbre frente al calendario. No queda aquí la maldad de los hados. A falta del documento impreso, mi memoria, siempre terca en lo preciso, se resiste a devolverme el poema. Como el diabético metódico que contase los dulces y los volviese a contar, renuncio a la totalidad del festín; aceptaría al menos cuatro o cinco versos. Los primeros, quizás, que situaban al autor en el silencio de su bodega, saboreando el vino mientras recordaba a quienes había querido. O el remate, tan intenso y rotundo como el mejor de los brindis. ¿Dónde está Paco? ¿Dónde la bodega, el vino, los viejos amigos, la alegría de otra época? ¿Dónde está el soneto de Paco? ¿Dónde, mi memoria? Ubi sunt qui ante nos in mundo fuere?

12/20/2006

Navidad (o éso dicen)

El fin de año huele a compras,
enhorabuenas y postales
con votos de renovación;
y yo que sé del otro mundo
que pide vida en los portales,
me doy a hacer una canción.
La gente luce estar de acuerdo,
maravillosamente en todo
parece afín al celebrar.
Unos festejan sus millones,
otros la camisita limpia
y hay quien no sabe qué es brindar.
Mi canción no es del cielo,
las estrellas, la luna,
porque a ti te la entrego,
que no tienes ninguna.
Mi canción no es tan sólo
de quien pueda escucharla,
porque a veces el sordo
lleva más para amarla.
Tener no es signo de malvado
y no tener tampoco es prueba
de que acompañe la virtud;
pero el que nace bien parado,
en procurarse lo que anhela
no tiene que invertir salud.
Por eso canto a quien no escucha,
a quien no dejan escucharme,
a quien ya nunca me escuchó:
al que su cotidiana lucha
me da razones para amarle:
a aquel que nadie le cantó.

Silvio Rodríguez

12/18/2006

Desde Diomira. Tráfico lento


La muchacha rubia sacó un paquete de tabaco del anorak. Retiró el precinto con torpeza, sin dejar de tiritar. El temblor se trasladó al cigarro, a la cajetilla que acercó a los otros conductores. Desde lejos seguían el ir y venir de los bomberos. Alguien masculló una queja. Durante un instante cruzaron las miradas. Hubo quien consideró de mal gusto el comentario pero el hombre llevaba razón: todos tenían prisa. Él consultó la hora y confirmó que no llegaría antes de las tres, demasiado tarde. Qué lástima de familia... –se lamentó la rubia. En plena recta –observó uno– no tiene explicación... El chófer dio una cabezada y al espabilarse pegó el volantazo –concluyó el más joven. Ay, en estas fechas –insistió la mujer. En la pensión, él había buscado toda la noche argumentos para explicar que no quedaba dinero, ni servirían las tarjetas, que habría que resignarse a cenar cualquier cosa. Pretendía llegar al banco un minuto antes de que cerraran, suplicar, llorar. ¿Quién sería capaz de negar un poco de consuelo en Nochebuena? De pronto, apareció la furgoneta atravesada en la autovía y... El as se le quedó en la manga. La grúa izó el esqueleto metálico, que se balanceó como un ajusticiado. Bueno, ya está –suspiró la del anorak. Los testigos emprendieron el regreso a sus vehículos. Sí, sería un buen pretexto: cortaron la carretera, estoy atrapado... Bajó la vista. Sólo tenía que disimular otra vez. Anduvo unos metros. Cogió una caja, dos, incluso podría acarrear tres. Y un poco más allá dio con la cartera, negra, alargada, de cobrador. Descorrió la cremallera. Entre las facturas sobresalían los billetes, marrones la mayoría, morados algunos. Sin correr, con mucha naturalidad, salió al campo. Encontró refugio en una pequeña hondonada. Se sentó a esperar. La tierra estaba húmeda. Respiró hondo.


Todas estas bellezas el viajero ya las conoce por haberlas visto también en otras ciudades.
Italo Calvino

11/29/2006

El camino, los ingleses. Nosotros también espera(ba)mos la lluvia en el verano.

El Camino de los ingleses es de ida y vuelta. Te lleva y te trae. Esa senda me condujo hace años a un caserón frente del bar en el que se reúnen los chavales de la película de Antonio Banderas. El bar conservaba el porte de vieja taberna, anterior a la invasión de la cocacola, el acero inoxidable, la televisión y la música estridente. En su terraza, los extranjeros –ingleses o no- pasaban las horas disfrutando del sol y una copa de vino. Desde el ventanal, afligido, varado, los observaba con envidia. Sí, sería agradable agarrar un libro y perder la mañana o la tarde sentado en las sillas de hierro, pero un raro pudor, el pánico al tiempo malgastado, lo impedía. Luego, volví por fin al camino y La Fonda del Sol pasó a engrosar la lista interminable de lugares en los que quise demorarme. Di por hecho que la burbuja inmobiliaria habría acabado con ella, como con tantos escenarios de mis recuerdos, hasta que Banderas me puso delante de los ojos esa hermosa metáfora de los anhelos perdidos, de la juventud marchita. Allí, en la pantalla, resistían el bar, la fachada encalada, las rejas verdes, sin que uno supiera con certeza si estaban en pie o era una más de las muchas mentiras del cine. Por una vez, no se trataba de un espejismo. Allí quedará para siempre, a salvo de especuladores y olvidos, la taberna. Como la lluvia, el verano, el Paraca, la Gorda de la Cala y los versos de Miguelito, que acaso fueron también los míos. Como ese camino que según la actriz puede ser un mundo entero y que uno recorre, a veces extraviado, a veces exultante, hacia cierto o ningún lugar para detenerse, buscar una mesa, abrir un libro y perder la mañana.




11/28/2006

Está escrito

Quizás hace años le habría bastado un elogio a los macarrones, un poco de lectura tras el almuerzo, cualquier ironía sobre mi edad, para distraerme. Con bastante facilidad, yo mordería el anzuelo sin advertir su insistencia en consultar el reloj, en aparentar que duerme la siesta, en desear sigilosamente que el tiempo pase, que den las cinco, para colgar el traje y buscar unos vaqueros, una camisa, el jersey verde que le regalé en Reyes. "¿A quién se le habrá ocurrido organizar un curso a esta hora? Puede que vuelva tarde, ya sabes cómo son estas cosas..." Conozco bien el lugar donde el infeliz cree que lo esperan. Ha prometido llegar por detrás, poner su mano en la cintura del otro, pero le faltará valor. Se contentará con observarlo mientras reproduce, palabra por palabra, las frases que escriben cada noche, cuando mi marido se queda desvelado hasta las tantas y se apodera de mi nombre, mis fotos, mi ropa, mi perfume. A esa hora, el otro, sin embargo, estará en otra parte, contemplando las postales, seguro de que en breve unas manos, las mías, le taparán los ojos y una voz, la mía, susurrará su nombre. Me reconocerá, se dejará arrastrar al taxi, a una destartalada pensión en la que, hacia medianoche, al huir, la impostura me hará sentir culpable, ridícula. Quizás hace años habría sido más fácil encontrar una excusa: qué tarde hemos salido del cine, ya sabes cómo son mis amigas, no esperaba que terminaras tan pronto. Esta vez no. Sólo cruzamos una sonrisa, un gesto, antes de dejarme caer en el sillón, el mío, el más cercano a ese teléfono desde el que mañana una voz acariciará mis pezones, besará mi cuello, acariciará mi cuerpo hasta completar, palabra por palabra, el guión que otro escribió de madrugada.


Foto: mlook's/www.flickr.com

Confirmado: la belleza existe


"...Más que un disco es un milagro. Es aire para respirar, un certificado de que la belleza existe y de que el juego creativo es la savia que nos permite andar sobre dos piernas pensando que somos capaces de tocar las estrellas."
Pilar del Río

11/23/2006

Y al final de la peli...




Te regalo mi sol, mi luz, mi playa
Te comparto mi dicha y mi pesar
Te doy las llaves de mi casa y mi confianza
Te cocino y te llevo a pasear
Te regalo la sal de mis historias
Te comparto mi fuerza y mi debilidad
Te muestro el cielo al que también llamamos gloria
Te regalo mi voz, mi libertad
Solamente hay algo que yo me quedaría
Es la imagen de un santo que me cuida noche y día
Te regalo mis fotos preferidas
Te comparto mi humana condición
Te llevo más allá del límite y medida
Me convierto en tu amiga, la mejor
Te llevo más allá del límite y medida
Me convierto en tu amiga, la...
Solamente hay algo que yo me quedaría
Es la imagen de un santo que me cuida noche y día
Solamente hay algo que yo me quedaría
Y es la imagen de un santo que me cuida noche y día
Pero en mi playa, estará el sonido del mar para ti
Rompen las olas del mar

Ely Guerra
Mi playa

11/22/2006

Los anteojos de Ernest (Hemingway)

...Que acerca las imágenes de los objetos lejanos

11/14/2006

Las ciudades

Te quise amar y tu amor
no era fuego no era lumbre
las distancias apartan las ciudades
las ciudades destruyen las costumbres.
Te dije adiós y pediste que nunca
que nunca te olvidara
te dije adios y senti de tu amor
otra vez la puerta extraña.
Y mi alma completa
se me cubrió de hielo
y mi cuerpo entero
se llenó de frío
y estuve apunto de cambiar tu mundo
de cambiar tu mundo por el mundo mío.

José Alfredo Jiménez

Modorra: 5. f. Somnolencia, sopor profundo.

Les feuilles mortes se ramassent a la pelle,
Les souvenirs et les regrets aussi
Et le vent du nord les emporte
Dans la nuit froide de l'oubli.
Tu vois, je n'ai pas oublié
La chanson que tu me chantais.
C'est une chanson qui nous ressemble
Toi, tu m'aimais et je t'aimais
Et nous vivions tous deux ensemble
Toi qui m'aimais, moi qui t'aimais
Mais la vie sépare ceux qui s'aiment
Tout doucement, sans faire de bruit
Et la mer efface sur le sable
Les pas des amants désunis.

Jacques Prevert
Les feuilles mortes

11/13/2006

Yo fui la amante del Che



La encontré sentada en el salón, cerca de la maleta.
Tantas horas de avión –dijo- me han dejado molida. ¿Sabes? Fidel es fascinante. Me localizó en Aman, en el salón de un peluquero libanés. Apenas si pude hacer el equipaje. Fidel envió al aeropuerto un coche americano. Al principio, dejé que hablara él. Con voz melosa fue abriendo su corazón pero, el muy ladino, evitaba referirse a Ernesto. Un mulato llegó con dos daiquiris. Es curioso: Ernesto nunca mencionó que al Comandante le gustaran ese tipo de bebida. Sólo Nasser elogió una vez los mojitos que Castro había preparado en la cumbre de Belgrado. Nos quedamos callados, sin mirarnos siquiera, como chiquillos.
Intentó desprenderse de uno de sus pendientes y continuó: De pronto, Fidel canturreó un bolero. He olvidado la letra pero era preciosa. Cuando acabó, quise hablarle de Ernesto. Debí hacerlo entonces porque después, sin soltarme la mano, él siguió recitando unos versos que... ¿Por dónde iba? Ah, sí. Y al volver de la ópera, Fidel me pidió que nos casáramos esa misma noche, en Venecia. Le respondí que amaba a Ernesto con toda mi alma. Él no se inmutó, sorbió un poco de te y entonó un aria de Puccini. Uf, no he pegado un ojo en toda la noche.
Le ayudé a quitarse el otro zarzillo. Lo depositó con cuidado sobre la mesa y apartó mi mano.
Quiero dormir... –insistió.
Mamá, van a venir a recogerte...
Se enfureció.
¿Por qué todo el mundo me lleva la contraria? ¡Ordené que cancelaran todos los compromisos! Ernesto vuelve hoy de Persia.
Los dos jóvenes que se hicieron cargo de ella no consiguieron calmarla. Antes de que subieran la camilla a la ambulancia, le aparté el pelo del rostro.
¡Esto es un abuso! –gritó. Ernesto vendrá enseguida a liberarme. ¡Yo fui la amante del Che!

11/12/2006

Miguel Ángel (Muñoz)

"...De los once, posiblemente el mejor sea el más extenso, 'Antón Chéjov, médico', que es una cadena de homenajes, al maestro ruso, desde luego; pero también, en esas "rosas y amarillas blancas recién cogidas", por su hermana María, hay un guiño a uno de los mejores relatos que recuerdo de Carver, 'Tres rosas amarillas' (que da título a uno de sus libros), y que evoca la muerte del escritor. A mí me gusta mucho también 'Unidos', que es un bocado de realidad con una pareja duchándose y que tiene algo (y mucho) de Carver, y también 'Zona de peaje', con una resolución previsible y una ambigüedad última que le da un volantazo y lo salva. 'El rapto de Woody Allen' tiene un golpe de amor fou, salvaje y gastronómico, que le hace simpático, aunque suene a algo ya visto (hasta en el cine). 'Soy dueño de la lluvia', en cambio, parte de una idea acaso contaminada por el "realismo sucio" de los Carver y otros y acaba siendo resuelta la historia con fuerza y personalidad propias..."
Javier Goñi
Babelia-El País
11/11/06

11/10/2006

¿Por qué a mi?

¿Por qué? ¿Por qué a mi? ¿Para qué? ¿Con qué intención? ¿Qué debo cambiar? ¿Qué he de aprender? ¿Qué conclusión necesitaré extraer? ¿Dónde me perdí? ¿A quién tendría que enviarlo? ¿En qué basurero lo arrojaré? ¿Sobre qué altar le buscaré acomodo? ¿Qué dirán mis enemigos? ¿Se tratará de una de esas cadenas que inició el Padre Noséquién en Colombia para buscar la ruina a cualquier abandonao?
¿Cómo salir del atolladero?

Miguel Pérez me envió este texto y no paro de hacerme preguntas...

Cómo ser un gran escritor


"Tienes que follarte a muchas mujeres bellas mujeres y escribir unos pocos poemas de amor decentes y no te preocupes por la edad y/o los nuevos talentos.
sólo toma más cerveza más y más cerveza. Ve al hipódromo por lo menos una vez a la semana y gana si es posible. aprender a ganar es difícil, cualquier idiota puede ser un buen perdedor.
y no olvides tu Brahms, tu Bach y tu cerveza. no te exijas.
duerme hasta el mediodía. evita las tarjetas de crédito o pagar cualquier cosa en término.
acuérdate de que no hay un pedazo de culo en este mundo que valga más de 50 dólares (en 1977).
y si tienes capacidad de amar ámate a ti mismo primero
pero siempre sé consciente de la posibilidad de la total derrota ya sea por buenas o malas razones.
un sabor temprano de la muerte no es necesariamente una mala cosa.
quédate afuera de las iglesias y los bares y los museos
y como las araña sé paciente, el tiempo es la cruz de todos.
más el exilio la derrota la traición toda esa basura.
quédate con la cerveza la cerveza es continua sangre.
una amante continua.
agarra una buena máquina de escribir y mientras los pasos van y vienen
más allá de tu ventana
dale duro a esa cosa dale duro.
haz de eso una pelea de peso pesado.
haz como el toro en la primer embestida.
y recuerda a los perros viejos,
que pelearon tan bien: Hemingway, Celine, Dostoievsky, Hamsun.
si crees que no se volvieron locos en habitaciones minúsculas como te está pasando
a ti ahora, sin mujeres sin comida sin esperanza...
entonces no estás listo toma más cerveza. hay tiempo. y si no hay está bien igual.

De un tal Bukowski, según parece

11/03/2006

Recetario. Ropa vieja (sobre un fondo de aniversario)


pour Mme. Sylvie

Garbanzos, pollo y ternera, escurridos y sobrantes de un cocido
250 gramos de coliflor congelada
2 huevos
1 cebolla
2 cucharadas de aceite de oliva
2 cucharadas pequeñas de vino blanco
Sal, albahaca.
Algunos recuerdos (los mejores)


El almanaque es caprichoso: los días se tachan, se señalan, se ignoran pero no pueden borrarse. Sería inútil. En estas circunstancias consuela saber que fuisteis felices; decir que habríais llegado a viejos juntos, discutiendo por cualquier tontería, pendientes uno del otro para rabiar con el primer contratiempo, empujando el carrito del supermercado y preguntando por qué los hijos (de él) no llamaron hoy. Por eso has fingido dolor (en la pierna), avería en el teléfono, una ausencia por motivos laborales para ausentarte del mundo. No vendrá, has repetido toda la mañana. Se murió, no es una de sus bromas. Tú, en cambio, no y, para hacer algo, a mediodía, tiras las cebollas que se pudrieron en el verdulero. Despojas de la cáscara a la que se salvó. Con dos cucharadas de aceite, la trituras en la Thermomix a velocidad 3 durante 10 minutos y 90 grados de temperatura. Después, colocas la mariposa y agregas la coliflor, sin alterar la velocidad y la temperatura, durante el mismo rato. Es el momento de abrir una botella de vino, ¿tinto?, y servirte una copa. No, aquél no es el sitio más adecuado para el almanaque. Añades los restos del cocido a la cebolla y la coliflor, salpimentas, incorporas el vino blanco y dejas que la máquina actúe durante cinco minutos a velocidad 2. Vas al comedor. En la televisión no hay nada interesante. ¿Cómo era aquella canción...? Sí, ésa... ¿Te acuerdas? La tarareas mientras extiendes el mantel, pones dos copas, dos cubiertos, los platos bonitos. Contra el filo de la encimera, rompes los huevos con suavidad; caen como dos burbujas en la jarra de la Thermomix, que vuelve a moverse dos ó tres minutos a 80 grados. Ya está. Y cuando laves los platos y recojas la cocina, no olvides tirar a la basura el almanaque.


Et nous aurons pour nous l'éternité
Dans le bleu de toute l'immensité
Dans le ciel plus de problèmes
Mon amour crois-tu qu'on s'aime
Dieu reunit ceux qui s'aiment!

Photo: Gusguimaraes/www.Flickr.com

11/02/2006

Desde Tamara. In memóriam. Germinal Humarán, promotor y ensayista.


por Carlos Vasallo

Ya en el Seminario Menor, Humarán sabía desconcertarnos con sus regateos. El fervoroso monaguillo en los cultos mayo y noviembre, se transformó, de la noche a la mañana, en un militar capaz de granjearse el afecto de la tropa sin renunciar a la disciplina. En una de aquellas fiestas de gala en Capitanía, el anuncio de su vuelta a la vida civil, cuando acariciaba un ascenso en la cadena de mando, y el compromiso con una maestra de origen humilde nos dejó perplejos. No tuvimos mucho tiempo para sobreponernos: enseguida Humarán demostró tener un envidiable olfato empresarial al promover la industria conservera que salvó nuestra huerta de las garras de los especuladores. Parte del dinero obtenido lo gastaría en la puesta en servicio de una red de transporte que repartiría en bicicleta los productos más diversos: habían nacido tele-leche, tele-sal, tele-patata... La pésimas condiciones viarias de La Ciudad y la persecución de la que fue víctima por la Autoridad, presionada por oscuros intereses, arruinaron el proyecto. Hundido en la miseria, subastado el lujoso chalet y abandonado por la maestra, Humarán puso otro as sobre el tapete: desde su reclusión obtuvo dos licenciaturas y escribió "Sin porvenir", la obra que tras la dictadura sustentó el pensamiento político. Durante el banquete que le ofrecimos después de que se le otorgara la Medalla al Valor Cívico, saltó de nuevo la liebre. José Jorge Humarán estaba a punto de recuperar su verdadero nombre. No aquel por el que todos le conocimos y alguno lo odió, sino el que su padre quiso imponerle y que algún funcionario tachó por improcedente. Los policías que le auxiliaron tras ser atropellado a la salida del registro civil encontraron en su chaqueta el documento que certificaba su identidad: Germinal Humarán Lizundía. Descanse en paz.


La mirada recorre las calles como páginas escritas: la ciudad dice todo lo que debes pensar, te hace repetir su discurso, y mientras crees que visitas Tamara, no haces sino registrar los nombres con los cuales se define a sí misma y a todas sus partes.
Italo Calvino
Las Ciudades
foto: cortesía flickr

11/01/2006

Uno de noviembre


yo quisiera que fueras la campana
de la torre más alta de mi pueblo
yo quisiera que fueras mi campana
la que llore por mi después de muerto




Evangelina Sobredo Galanes

Cecilia


Canción inédita

Tennessee (Williams)


"... Deje que le cuente el argumento. A lo mejor lo ha leído y puede decirme el título. Es sobre un chico y una chica que habían sido compañeros constantes desde la infancia. Querían estar juntos siempre. Pero el chico era judío y la chica era gentil. Y el padre del chico se oponía tajantemente a que su hijo se casara con alguien que no fuera de su propia raza. Mandó al chico a la universidad. Pero al poco tiempo, el padre murió y el chico volvió y se casó con la chica. Vivían juntos en unas habitaciones encima de una pequeña librería que el padre le había dejado al chico. Habrían seguido juntos perfectamente felices a no ser por una cosa: la librería proporcionaba poco más de lo escaso para vivir, y la chica era ambiciosa. Ella adoraba al chico, pero su descontento aumentó y continuamente metía prisa a su marido para que se dedicara a algún negocio más rentable. Pero el chico era muy diferente a la chica. La quería tanto que haría lo que fuese por ella, pero era incapaz, por lo que fuera, a renunciar la librería que había pertenecido a sus padres."

Algo de Tolstoi
Abril 1936

De La noche de la iguana y otros relatos
Ed. Debolsillo
2006

10/30/2006

Quien avisa...

Aumentan los Sospechosos habituales. Dos nuevas e inquietantes incorporaciones:

Mirada azul
Novela y cine negro *

*¡Ojo! Se está escribiendo un crimen

10/28/2006

Como un ser humano

No se miró al espejo en el ascensor ni encendió la radio al subir al coche. No perdió la compostura en el semáforo. No vió el rostro desagradable de su jefe. No estuvo al tanto de los comentarios de sus compañeros de trabajo. No aguardó con ansiedad la hora de la salida. Ni se alteró por la larga caravana de los que volvían. Ni se enfadó cuando su esposa le resumió las gamberradas de los niños. Ni esperó a la última polémica que el hombre del traje negro planteaba esa noche en televisión. Se acostó y antes de conciliar el sueño supo por qué esa jornada había sido diferente a todas las demás.
Quizás había sido feliz... y no se había dado cuenta.

De Trátame bien.
Ed. Arguval
2000

10/17/2006

Haraganes

Desde que el presidente de la comunidad, un blando, anunció que habían alquilado los dos pisos de la primera planta supe que acabaríamos a tortas. En este país, a las autoridades les importan un comino los ciudadanos honrados que han de levantarse cada mañana a las seis. Por eso nadie hace nada. En el ayuntamiento nos escuchan, sellan los escritos, buenas palabras y... poco más. No son capaces de toser a la turba. El policía que vino anoche tampoco disimuló el pánico a enfrentárselos. "Hombre, después de todo, es preferible que estén aquí, recogidos, entretenidos con su música... " ¡Idiota! Ya me gustaría que ese verraco de uniforme los aguantara desde las cinco de la tarde, que supiera lo que es no poder pasear por la acera por culpa de sus motos, ni cerrar el portal porque no saben salir o entrar de uno en uno, ni ver la televisión tranquilo a causa de sus saltos, de las voces. Siempre hablan a voces. Nos metemos en la cama y parece que estuviéramos en mitad de la jarana. ¿En esta puñetera ciudad no hay nadie dispuesto a respetar los horarios? Ellos, desde luego, no. Solo hay que verlos: sin dar golpe, todo el día de aquí para allá, sin obligaciones, como reyes. Lo peor es que ésto va para largo. ¿Quién desalojará a esos haraganes? Y tampoco puedes vender el piso ahora porque con la bronca nos darían cuatro céntimos. El cretino de mi vecino no para de repetir "aunque sea duro, hay que aguantar el chaparrón". No estoy dispuesto a resignarme. Tengo tres hijos, trabajo doce horas al día y quiero descansar al llegar a casa. ¡Que se los lleven a otro sitio, a las afueras, a un descampado! Si los jubilados quieren cantar y bailar hasta las tantas de la madrugada, que les compren un tablao. ¿Qué se ha creído esa gente?

10/16/2006

Se veía venir...


Ufólogo anuncia que en 2007 habrá contacto con otras galaxias

Río de Janeiro, 15 oct (EFE).- La tierra hará contacto con otras galaxias en 2007, anunció a la revista brasileña "Istoé" el ufólogo Jam Val Ellam, nombre "cósmico" que, según él, le fue dado por los extraterrestres para sustituir su Roberto Freitas de pila.
"Hace veinte años me comunico con inteligencias no terrestres. Desde entonces recibo mensajes y, por orden de ellos, las anoto en cuadernos. Fui comunicado que el encuentro (de la tierra con otras galaxias) se producirá en los próximos meses", dijo.




Avistamiento: eBive.com

10/13/2006

Milano. Ballata d'autunno




Una ballata d'autunno
un canto triste di malinconia
vien dietro il giorno che va via ...
Una ballata in autunno
pregata a voce spenta,
soffiata come il lamento
che canta il vento.

9/18/2006

Desde Isidora. Adiós a Pafnucio Morán, poeta de la relevancia.

La cercanía de la muerte no impidió a Pafnucio Morán acudir esta semana a su cita en el Café Central con los poetas de la Relevancia, el grupo que él mismo formó a comienzos de los años setenta para renovar la vida literaria local. Las propuestas poéticas de Morán pronto serían asumidas por autores de la talla de Elciades Ortega-Viladerbó, cuya novela "Aire que barre el humo" fue considerada el manifiesto en prosa de la nueva estética, Román Galiardo o Gonzalo María de Astinegui, quien pese a sus coqueteos iniciales con el dandysmo, garantizó la evolución del movimiento y su conexión con las nuevas promociones. Combatidos con dureza por los partidarios de la poesía compungiva, sus rivales más acérrimos, en revistas, suplementos, tribunas y hasta a golpe de bastón en plena calle, los de la relevancia no se amilanaron ni sufrieron deserción alguna en sus filas. Tampoco las tensiones sentimentales hicieron mella en la solvencia del colectivo: la primera esposa de Morán lo fue más tarde de Ortega-Viladerbó y Galiardo y De Astienegui convivieron hasta que este último se instaló en Bogotá junto a una promesa de las letras indigenistas. "Más allá de cualquier modelo literario, la relevancia –solía repetir Pafnucio Morán- es una manera de resistir." Sus gregarios cumplieron el precepto hasta el final: en el entierro del fundador, todos rehusaron ayer hacer declaraciones. Ni sobre el futuro de la descomunal fortuna amasada por el finado, ni sobre la tesis de la profesora Bette Law, de Illinois, que avala, con documentos, la principal acusación de los compungivos: la relevancia se reduce a un burdo plagio, una copia palabra por palabra, del esteticismo noruego de finales del XVIII. "La mayoría de las páginas escritas desde esa tendencia, teñidas de cursilería cuando no de banalidad –concluye miss Law-, morirán con sus autores."


"...donde se fabrican con todas las reglas del arte largavistas y violines, donde cuando el forastero está indeciso entre dos mujeres siempre encuentra una tercera, donde las riñas de gallos degeneran en peleas sangrientas entre los que apuestan. En todas estas cosas pensaba el hombre cuando deseaba una ciudad. Isidora es, pues, la ciudad de sus sueños..."
Italo Calvino
Las ciudades invisibles

9/13/2006

(La escritura es) un hilo de lucidez en la oscuridad


Todo lo que se ha roto, lo que con su consistencia forja en la rutina el hábito de vivir y convivir, ese bien de lo que somos y de lo que hacemos en la normalidad de cada día, y que fortalece el propio ritmo de la realidad, como si la vida adensara la existencia en la compaginación de nuestros destinos y, entre todos, la hiciéramos más solida, convertida en pedazos de pronto, con el golpe imprevisto de la destrucción que parece más fácil que esa consistencia, como si se demostrara la fragilidad de nuestros bienes, el desamparo de nuestras convicciones y coincidencias, el discurrir de lo que la convivencia edifica en el destino de la propia ciudad que habitamos y de la realidad que nos pertenece...

Luis Mateo Díez
La piedra en el corazón

9/08/2006

Canción para mis manos


Con estas manos modelé tus senos
Hice con ellos una tibia copa
Para saciar la sed de tus deseos

Y la roja ansiedad que hay en tu boca.


Con estas manos dibujé en tu cuerpo

Aquel país de extrañas lejanías,

Y un mar enamorado del silencio

Con su misterio de asombradas islas.


Con estas manos apreté tu cuello

En sueños de ansiedad y de agonía,

Atormentado por oscuros celos

En la alta cerrazón de mis vigilias.


Con estas manos que te sueñan llevo

El árbol seco de mi propia vida,

Sus ramas crujen, pero brota de ellas

La flor de una ternura no marchita.


Pero estas manos se han quedado solas,

Pero estas manos se han quedado frías,

Hay tanto invierno en ellas que en mis dedos

Son palomas heladas las caricias...



Ricardo J. Nerví

9/05/2006

Pero el viajero que huye. Antonio Machado enseña en Baeza


Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales

estudian. Monotonía

de lluvia tras los cristales.

Es la clase. En un cartel

se representa a Caín

fugitivo, y muerto Abel,

junto a una mancha carmín.

Con timbre sonoro y hueco

truena el maestro, un anciano

mal vestido, enjuto y seco,

que lleva un libro en la mano.

Y todo un coro infantil

va cantando la lección:

“mil veces ciento, cien mil;

mil veces mil, un millón”.

Una tarde parda y fría

de invierno. Los colegiales

estudian. Monotonía

de la lluvia en los cristales.



Recuerdo infantil
Antonio Machado
Soledades (1899-1907)

(Y los libros olían a nuevo. También a carne de membrillo para merendar. Otra vez el patio. El maestro de 4-A que terminó la guerra de alférez. Y otros dos, recién llegados, que a escondidas de los curas susurraban nociones elementales de sexualidad como aconsejaba la nueva pedagogía. Un cura rojo confesaba en el recreo. Ego te absolvo. Los viernes, a la una, misa. Por la mañana, los sábados, cine. En mayo, novena. Potro, plinto, raíz cuadrada de, río Duero, río Duero; incluso si hay que darle una bofetada, se le da que más vale un castigo a tiempo que llorar; caligrafía Rubio, nueva ortografía escolar; ai am piter; la vida sale al encuentro; gol; matute y hoyo; setiembre. Lo demolieron todo para hacer pisos muy céntricos, lujosos, hasta con piscina....)

9/02/2006

Volver/Y todo corre hacia la nada

La existencia, ¿qué es sino un juego de nubes? Diríase que las nubes son "ideas que el viento ha condensado"; ellas se nos representan como un "traslado del insondable porvenir". "Vivir—escribe el poeta—es ver pasar." Sí; vivir es ver pasar: ver pasar, allá en lo alto, las nubes. Mejor diríamos: vivir es ver volver. Es ver volver todo en un retorno perdurable, eterno; ver volver todo—angustia, alegrías, esperanzas—, como esas nubes que son siempre distintas y siempre las mismas, como esas nubes fugaces e inmutables.
Las nubes son la imagen del Tiempo. ¿Habrá sensación más trágica que aquella de quien sienta el Tiempo, la de quien vea ya en el presente el pasado y en el pasado lo por venir?


Azorín. Castilla
1912





Vivir es ver volver. Vuelve la vida
una vez que se cumple en cada cual
igual que se devana una madeja
y vuelve a enamorarse de su enredo.
Una mano que roza un picaporte
para abrir una puerta y entre tanto
de una estancia a otra estancia
dentro o fuera
se desliza una lengua de historia por el breve
resquicio. Así lo vemos.
El anciano señor contempla el cuadro
que retrata a la esposa ya difunta
y entre sus ojos y aquel lienzo pasan
años de neblinosa compañía.
Un instante. Una chispa. Y todo corre
hacia la nada.


Leopoldo de Luis
La historia en Azorín

8/12/2006

Citado por Alberto Fuguet

“Para proponerlo de la manera más sencillla posible, yo siento que la escritura de novelas es un desafío mientras que la escritura de cuentos es un placer. Si escribir novelas es como plantar un bosque, entonces la escritura de cuentos es como plantar un jardín. Ambos procesos se complementan creando un paisaje que atesoro”.
Haruki Murakami

albertofuguet.blogspot.com

8/11/2006

Más que mil palabras


A pocos pasos de la casa natal de Gardel

8/01/2006

Necesito hacer varias llamadas ¿Alguien tiene un teléfono a mano?


“Lo que me impresiona de verdad es un libro que, al terminar de leerlo, nos haga desear que su autor fuera un estupendo amigo nuestro, a quien pudiésemos telefonear cuando nos viniera en gana”.
Holden Caufield dixit


Jerome David Salinger
El guardián en el centeno

De la memoria. La sensatez de Saramago



"La experiencia personal y las lecturas sólo valen lo que la memoria haya retenido de ellas. Quien haya leído con alguna atención mis libros sabee que, más allá de las historias que van contando, lo que allí hay es un continuo trabajo sobre los materiales de la memoria o, para decirlo con más precisión, sobre la memoria que voy teniendo de aquello que, en el pasado, fue memoria sucesivamente añadida y reorganizada, en busca de una coherencia propia en cada momento suyo y mío. Tal vez esa deseada coherencia sólo empiece a dibujar un sentido cuando nos aproximamos al final de la vida y la memoria se nos presenta como un continente a redescubrir"


José Saramago
Cuadernos de Lanzarote (1993-1995)
Ed. Alfaguara

7/25/2006

¿Qué habría sido de mi tranquila ignorancia sin ese patio de páginas con aromas de azahar?


De las muchas cualidades que la naturaleza me ha privado, la que más echo en falta es una de esas memorias de elefante, capaces de reproducir, con la precisión y la rapidez del mejor ordenador, un pasaje, una cita, una cifra exacta. Mi retentiva nunca ha ido más allá del primer renglón de “Cien años de soledad”, un verso de Borges o Kavafis, y los ocho dígitos de mi DNI. Se salvan, eso sí, algunas fechas relacionadas con los cumpleaños de los más íntimos, poquísimos aniversarios que recordar no quiero, y dos o tres eventos históricos: 711, 1492, 1808, 1989. Seguro que, para lo que han aportado estas datas a la humanidad, habría sido preferible no retenerlas. La mayoría de esos hitos son, en realidad, mentiras podridas, una suma de falsedades tantas veces repetida para perpetuar la vieja historia universal de la infamia.
Al igual que ocurría en las páginas de Borges o Lewis Carroll, al volver la última página de “Azafrán” mi noción del mundo fue otra. También yo hubiera querido desde ese momento ser vasallo de Muhammad I ben Yusuf, el fundador de la familia nazarí, recibir los cuidados del galeno sevillano Târek Ibn Karim o escuchar al rabino cordobés Yonatán ben Akiva.
Con su tarea discreta, curiosa, literariamente humilde, José Manuel García Marín ha destapadoen la narrativa española un frasco de esencias desconocidas, y efectos mucho menos previsibles. A partir de “Azafrán” y de otros títulos que venido después, será difícil mantener en pie, sin sabernos víctimas de la confabulación, tanto principado, baluarte, pelayo, guzmán y boabdil llorón que poblaron los libros de la mentira.
A García Marín, además, le cabe la satisfacción de poder asistir a esa revisión, sosegada pero tenaz, de un tiempo robado, al que acuden, mire ustéd por dónde, con sospechosa insistencia Aznar y Bin Laden. Sin caer en la pretensión del falso cartomante: la suerte de “Azafrán” será distinta a la que corrieron Olagüe o García Gómez. Ni Ben Saleh, ni Ben Yusuf, ni Nicolás, ni Zaynab, ni Yaevagarán como sombras por el recuero de los lectores como se pierden los números, las fechas, los aniversarios, las efemérides en la nada absoluta de mi memoria.

7/23/2006

Desde Tamara. Última hora: muere Saturio Abrisqueta, pintor realista


Las Hermanas Hospitalarias de Santa Gertrudis La Magna anunciaron ayer la muerte del artista Saturio Abrisqueta, al que habían dado acogida hacía meses. De formación autodidacta, Abrisqueta perteneció al grupo de jóvenes intelectuales del que se rodeó el industrial Serafín Pagola en “La Quinta Alegre”. El pintor, compañero de habitación del músico Micael Lalinde, diseñó los decorados para la versión de “El cantar de los cantares” que desató la ira del obispado y la aristocracia. Tras el encarcelamiento de su mecenas, Abrisqueta y Lalinde conocieron, en la travesía por el Atlántico, a un curioso personaje, taciturno y austero, que los presentó en los círculos más elitistas de Nueva York. De vuelta a España, acabada la guerra y rota para siempre la amistad con Lalinde, Abrisqueta aseguraría en cafés y salones que aquél individuo, un tal Hopper, se había apropiado de la toda la obra que le confió en depósito. Una carpeta cargada de extraños bocetos, tal vez simples fotografías retocadas, respaldaba la insistente denuncia. Pese al aliento de algunos abogados, antiguos pupilos de Pagola, ni las autoridades ni los tribunales le creyeron. Quizás por desesperación o por los desvaríos que causan el alcohol y las estrecheces, el artista intentó agredir durante su última aparición pública a los asistentes a la inauguración de la Feria del Libro. “No mancillaréis mi genio”, gritó, rojo de ira, antes de emprenderla a bastonazos contra el cartel anunciador de la muestra, una especie de fotograma en el que la gente leía y tomaba el sol. La superiora de Santa Gertrudis aseguró que, lejos de abandonarse, el anciano había trabajado hasta la víspera de su muerte. Al parecer, consumió sus últimas fuerzas en levantar una monumental visión del paraíso, luminosa, urbana, realista y moderna, que engrosará la valiosa colección legada por Abrisqueta a la comunidad religiosa.


"La mirada recorre las calles como páginas escritas: la ciudad dice todo lo que debes pensar, te hace repetir su discurso, y mientras crees que visitas Tamara, no haces sino registrar los nombres con los cuales se define a sí misma y a todas sus partes."
Italo Calvino
Las ciudades invisibles

7/19/2006

De viaje. 2005. Buenos Aires


Llevábamos varios días yendo de un lado a otro de la capital, en taxi, por supuesto, hasta que de pronto nos topamos con el otro Buenos Aires. No obstante, teníamos algún indicio de su existencia: gente de edad madura que, con dignidad, con un cierto porte, mendiga un peso; niños con aspecto de no haber ido nunca a la escuela durmiendo en la calle; el extrarradio urbano convertido en un mar de hojalata y cartón... Pero, a la altura de la Avenida de Mayo, nos dimos de bruces con decenas, cientos de personas mal vestidas, andrajosas, desnutridas. La policía hizo el ademán de interponerse en su marcha. No hicieron falta palabras. Un grupo de manifestantes se alineó a ambos lados del caudal humano y esgrimió los palos que portaban. Siguieron la marcha, nosotros también.
Entramos en el distinguido y añejo Café Tortoni. Algún cliente mayor se acercó a la ventana para contemplar el paso de los manifestantes sin descorrer demasiado el visillo. Los comercios de la zona empezaron a echar el cierre. Al fin, la masa de descamisados alcanzó la Plaza de Mayo. Sin perder el gesto desafiante acamparon frente a la Casa Rosada. Nuestro hotel se encontraba en la calle Bolívar, a apenas unos metros de la residencia presidencial. La zona es una especie de city financiera, desierta los fines de semana, y poblada de jóvenes ejecutivos de traje negro el resto de los días. Allí, en el corazón económico de la urbe, han asentado sus reales hombres, mujeres y niños. La policía los observa a distancia, se nota que no hay interés en disolverlos. En la larga espera, esa gente deambula por las calles de los ricos, se planta frente a McDonalds, observa la entrada y salida de huéspedes de los hoteles. Pero, ¿qué quería exactamente aquella turba?
Cuatro o cinco horas después de que iniciaran la protesta, cansado de buscar el rastro de la noticia en la televisión, me acerqué a buscar algún periodista. En cualquier lugar de Europa una manifestación multitudinaria ante la sede de la presidencia del país habría acaparado más atención informativa. Después de dos o tres vueltas dimos con tres o cuatro muchachos bien vestidos. Sin ocultar el aburrimiento, explicaron el motivo de la protesta: “Son los piqueteros -comenta el más desenvuelto, un treintañero enfundado en un gabán de marca-, los que lo perdieron todo con el crack de hace unos años; cobran un salario social de apenas cincuenta euros al mes y, como el presidente proclama que la nación está saliendo del bache, quieren que se lo doblen. Solo el doble. La mayoría no encontrará sitio en el nuevo sistema. No fueron a la escuela, no manejan el ordenador, no tienen salud. Cualquiera de nosotros podría estar ahí mañana. Perder el empleo, por malo que sea, en Argentina es caer por el precipicio, sin subsidio, sin ahorros, sin futuro". Aunque han pasado la noche en improvisadas tiendas de campaña delante de la Casa Rosada, las imágenes apenas si han circulado por los informativos y la prensa matinal. "Esto ya no es noticia", asegura otro de los reporteros mientras el recepcionista nos prepara la factura.
La policía ha abierto un estrecho pasillo para que circule el taxi en el que hemos dejado el hotel. Los he visto alejarse desde el cristal, hacerse más pequeños aun a mi vista. Con una mínima parte de lo que hemos gastado en este viaje cualquiera de ellos podría empezar una nueva vida

7/12/2006

Desde Olinda. Necrológica: Redento Soteras, arquitecto


Por Herlinda Durango

Redento Soteras venía con frecuencia al estudio de mi padre. Las cinco hermanas nos escondíamos en la antecámara del recibidor, entre sombreros y abrigos, para verle de cerca mientras esperaba a que la criada le condujera al infierno de planos en el que se gestaba la reforma del centro de la ciudad. Soteras era entonces un muchacho atractivo; recién licenciado, se había comprometido con la menor de las hijas del doctor Otuna, su enfermera durante su convalecencia en el Hospital Militar, y trataba de disimular una leve cojera. Aunque papá le consideraba su discípulo predilecto, entre ellos nunca hubo más relación que la estrictamente profesional. Las Durango competíamos, sin embargo, por obedecer la orden paterna y acompañar al visitante hasta el portón. Estoy segura de que Redento era consciente de la atracción que despertaba: se atusaba con parsimonia el espeso bigote negro, elegía con precisión el emplazamiento del cigarro entre los dedos para resaltar las manos elegantes y, con un sutil movimiento de lengua, hacía más sensuales sus finos labios. La fama de galán del arquitecto se extendió por alta sociedad capitalina con la misma facilidad que su prestigio como arquitecto. El matrimonio con la de Otuna, en cambio, fue un auténtico desastre. No tuvieron hijos, hay quien sostiene que fue la secuela más dura de las heridas que le dejó la guerra, y la doble vida de los cónyuges se convirtió en un secreto a voces. Las fiestas en el hotelito, la legión de jóvenes acompañantes, supusieron un escándalo. El final de aquella locura, también. Pilarín Otuna desapareció con un muchacho. No volvimos a saber de ella. Soteras, impulsor de la nueva arquitectura local, ha pasado sus últimos años como un monje, sin otra compañía que la de dos de aquellas hermanas que lo idolatramos en su juventud.



"En Olinda (...) las viejas murallas se dilatan llevándose consigo los barrios antiguos que crecen en los confines de la ciudad, manteniendo sus proporciones en un horizonte más vasto; éstos circundan barrios un poco menos viejos, aunque de mayor perímetro y menor espesor para dejar sitio a los más recientes que empujan desde dentro; y así hasta el corazón de la ciudad: una Olinda completamente nueva que en sus dimensiones reducidas conserva los rasgos y el flujo de linfa de la primera Olinda y de todas las Olindas que han ido brotando una de otra; y dentro de ese círculo más interno ya brotan —pero es difícil distinguirlas— la Olinda venidera y las que crecerán a continuación. "
Italo Calvino
"Las ciudades escondidas 1"

7/04/2006

De cómo nace una canción. Barcelona, 1997. Marina Rossell. Màrmara




La cocina no es grande, alargada más bien. A la derecha están los muebles, a la izquierda una mesa y dos sillas. Había dado una cabezada durante el viaje pero el madrugón y las tres horas de vuelo pesaban sobre su cansancio. Preparó café y tiró a la basura alguna manzana podrida. Antes de que la cafetera esparciera su aroma por toda la casa fue al salón a buscarla. No tenía fuerzas para soportar una bienvenida pero se la llevó con desgana a la cocina, la acomodó sobre una de las banquetas como si entre las dos hubiera una conversación pendiente. Lo más fácil habría sido engañarle, decir “te he echado de menos” o “me acordé de ti” pero prefirió cruzar una mirada cómplice, difuminada por el humo del cigarrillo que acababa de encender. “¿Por dónde empezamos?” Entretuvo el regusto amargo en el paladar y ensayó una explicación. “A ver, ven aquí” La sentó sobre sus piernas, la abrazó y las palabras fueron caricias. Después de tantos días fuera, qué rico sabe el café del regreso.



T'ho miraves tot.
Tot era un impacte als teus ulls.
Caminaves sense desassossec:
Sabies que aquell viatge era de foc
i ho observaves tot minuciosa,
minuciosament.
No hi havia cap pena
per escriure en cap paper.
Sexe i plaer
inundaven el teu i el meu cos.
I caminávem i sentíem
el crit d'un barquer.
Era sota el cel de gener,
prop del mar de Màrmara.
I no podíem dir no a cap nit,
ni a cap llit.
Oh, sensació interna de confort.
T'estimo i t'ho dic.
Invoco el meu jo més pur
perque aquesta cançó pregunta per tu.
i no sé on ets ni si et veuré més.
T'estimo i t'ho dic
i crido al meu jo més pur
per deixar de sentir
que els fils s'han trencat.
La lluna s'ha enfonsat
sobre el mar de Mármara.
I reso al meu jo més pur.

"Lo mirabas todo, todo era un impacto en tus ojos. Caminabas sin desasosiego, sabías que aquel viaje era de fuego y lo observabas todo minuciosa, minuciosamente. No había ninguna pena que escribir en ningún papel. Sexo y placer inundaban tu cuerpo, el mío, y caminábamos y oíamos el grito de un barquero. Era bajo el cielo de enero junto al mar de Mármara. Y no podíamos negarnos ninguna noche ni ninguna cama. Qué sensación interna de confort. Te quiero y te lo digo. Invoco a mi yo más puro porque esta canción pregunta por tí y no sé dónde estás ni si te veré más... Te quiero y te lo digo y grito a mi yo más puro para dejar de sentir que los hilos se han roto. La luna se ha hundido bajo el mar de Mármara. Y rezo a mi yo más puro."


Marina Rossel. "Màrmara"
CD "Enre línies"
PICAP 1997

7/03/2006

El desayuno


Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase que lo resume todo,
o cuando ríes (tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más,
tanto que casi no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno».

Luis Alberto de Cuenca
"El hacha y la rosa" 1993

7/01/2006

Desde Bersabea. Obituario: Iraídes Artús, fotógrafo


De carácter reservado, y a veces incluso esquivo, Iraídes Artús fue un testigo privilegiado de los principales acontecimientos de la vida local durante los últimos setenta años. Al parecer, tomó contacto con la fotografía poco antes de la proclamación de la II República a su paso, como simple soldado de reemplazo, por el Servicio Geográfico del Ejército. Con el dinero que obtuvo por la venta de unas tierras, tras la prematura muerte de sus padres, Artús compró en Madrid un moderno equipo y un laboratorio fotográfico que instaló en la planta baja de su casa de la calle Real. De allí salieron las instantáneas que le hicieron célebre: la detención del acalde Ovidio Salmerón a manos de los falangistas en julio de 1936, el desfile de la victoria, la salida de voluntarios para la División Azul, las colas ante los despachos de pan en la España negra del racionamiento, los entrenamientos del púgil Tomás Ruano antes de su trascendental pelea contra Kid Spencer, el desbordamiento del río Tarasio a mediados de los cincuenta, la llegada del primer SEAT 600, la despedida en la estación a los emigrantes a Alemania y el ascenso del equipo local a la Primera División. Pero ese laboratorio también reportó a Artús no pocos sinsabores: el asalto de un grupo ultraderechista que intentaba secuestrar las fotografías de la dura represión policial de la manifestación de agricultores, la aparición del cuerpo de su único hijo, víctima de una sobredosis de heroína, la presión de algunas constructoras para que vendiera el edificio y, más recientemente, el embargo reclamado por algunos acreedores. Iríades Artús, hijo predilecto de La Ciudad, debió encontrar en la muerte entre sus queridas cámaras y cubetas en la madrugada de ayer, pocas horas de que todas sus propiedades fueran subastadas en el juzgado número cinco.


"En Bersabea existe esta creencia transmitida de padres a hijos: que suspendida en el cielo existe otra Bersabea donde flotan las virtudes y los sentimientos más elevados de la ciudad, y que si la Bersabea terrena toma como modelo la celeste, llegará a ser una sola cosa con ella."
Italo Calvino
Las Ciudades.

6/30/2006

De Jose Luis Serrano: Quedar para llorar

En Málaga, la semana pasada me encontré con una gran amiga que me contó que por estos días suele quedar con otro amigo para llorar.

Los imagino llorando juntos en las cálidas noches de la primavera perpetua de Málaga, sentados en los sofás blancos de un café, al pie de la alcazaba y del teatro romano, en esos quinientos metros escasos en los que Málaga es todavía fenicia y judía y, por tanto, Granada. No me atrevo a decirles sus nombres porque ambos tienen vida pública, pero créanme si les digo que no son ni adolescentes destemplados, ni viejos feos que se arrepientan de nada. Los dos son guapos y sabios, los dos son humanos.

No pueden sospechar que cuando lloran juntos conmemoran todas las cosas por las que merece la pena llorar: la hermosura perdida de Eva, abrazada por un hombre que no sabe que se llama Adán ni que está condenado; la luna sobre Tartessos y el primer espejo que devuelve la imagen de una sonrisa espontánea; el guerrero caído en la batalla y padre; Mariana Pineda camino del cadalso, requerida de amores y condenada por un juez de infame memoria; el primer hexámetro redondo de un joven poeta griego; la mujer que al pie de la cruz mira al que agoniza; las cenizas de Medina Azahara recién extinguido el incendio que la borró de la faz de la tierra; el anciano andalusí, hombre de honor abofeteado en la iglesia por aquel cura maldito que desencadenó una guerra; el tiempo de las cerezas cantado en francés y el verso impecable de Aleixandre que dice de la vida: entre dos oscuridades, un relámpago.

Somos un relámpago de soledad, de amor y de tiempo y las tres cosas llevan lágrimas. Loado sea el amor de los que se ríen juntos. Bendito aquel que habla solo y se ríe, porque lleva en paz su soledad. Y alabado sea el amigo incansable que compone chistes para que nos riamos juntos de los estragos del tiempo. Sin embargo, hay algo en el llanto que no está entre las ventajas de la risa. Hay algo en el llanto de mis amigos de Málaga que nos recuerda la dignidad enorme de quienes lloran con razón: porque están demasiado solos, porque el tiempo los devora, porque sienten el sabor amargo que se llama tristeza y que aparece siempre cuando el amor se va, o porque son relámpagos humanos de soledad, de amor y de tiempo.

caorama 132 en
www.joseluisserrano.net
La Opinión de Granada, 30.06.06

6/25/2006

Vanesa Martin. El tren de la cordura


El último pasajero de mi tren se ha quedado fuera
La última carga de carbón no llegó a la caldera
Por loco, por confiado, por no valorarme
Y ver el futuro en solitario y divagar en su respuesta.
A la próxima estación voy a llamarla cordura
De ella me valdré para quitarme las dudas.
Vamos a dejar de matarnos, vamos a dejar de malherirnos
Tú por tu camino, yo por mi camino
Si es que no podemos evitarlo.
Rumbo fijo y adelante es lo que ahora impera
Luz verde para los sueños que despiertan
Por tonta, por no darme cuenta de cuanto ganaba
Y refugiarme en sus brazos, sabiendo que no me aliviaban.
En un viejo vagón de tren hallé lo que buscaba
Una explosión de vapor y entre el humo gritaba.

"Todos tenemos los mismos miedos e inquietudes, las mismas ilusiones y experiencias. Canto lo que me pellizca. Cantar mis canciones me sirve de terapia, es como quedarme tranquila por dentro, quitarme un peso de encima. Quiero contar lo que vivo, acercarme a todos los temas posibles, jugar con las palabras, dejar abiertas las canciones. Cerrar una canción es limitarla".

http://www.airedemusica.com/infoartistas.php?id=0000027

6/21/2006

De los celos y otras vanidades. Los consejos de Papá Hemingway


Yo comencé muy despacio y pude con el señor Turguéniev. Después hice un esfuerzo y pude con el señor De Maupassant. He empatado dos veces con el señor Stendhal, y creo que salí un poco mejor parado que él la segunda vez. Pero nadie conseguirá ponerme en el ring con el señor Tolstói, a no ser que me vuelva loco o que mejore mucho.
(...) Quizás esto anime a los escritores jóvenes, de este modo no tendrán que pedir consejo a sus psicoanalistas. Un psicoanalista me escribió una vez preguntándome qué había aprendido yo de los psicoanalistas, y le contesté que muy poco pero que esperaba que ellos, por el contrario, hubiesen aprendido todo lo que les hubiese sido posible comprender de las obras que he publicado. Nunca verás derrochar puñetazos a un boxeador que sabe devolver golpes. Nunca te enfrentes a un buen golpeador sin estar seguro de que eres mejor que él. Arrincona al contrincante y aguanta todo lo que te eche de manera que controles el interior del ring. Esquiva los golpes laterales. Para los ganchos. Y responde a los golpes con todo lo que lleves dentro. Son los consejos de Papá Hemingway, con todo lo que me ha enseñado la vida.
(...) Los que no saben que el trabajo es el amor más fiel y verdadero, lo sienten como una rivalidad, y siempre se sienten celosos y buscan pelea. Yo, por mi parte, adoro mi trabajo más de lo que he adorado a ninguna mujer o a ninguna otra cosa.


Citado por Lilian Ross
Retrato de Hemingway
Muchnick Editores 2001

6/19/2006

Poética

Y cuando el dinosaurio despertó, Carver bebía, el oro de los tigres deslumbraba a Borges, Millás atendía el teléfono. Macondo entonces fue un sueño, una plegaria de Capote perdida en la lejanía de Bowles. El hombre ya no estaba allí. Solo encontraron un relato. Apenas un destello de vida.

6/17/2006

Desde Eufamia. Pilar Adón visita a Jane Bowles en su piso del Edificio Itesa


Siento que no haya coincidido con Paul. Está a punto de regresar de una isla que compró años atrás en el Índico. Otra de sus rarezas, por mucho que sea uno de los lugares más hermosos que he conocido. Los amigos lo toman por loco. ¿Quién puede querer comprar un islote? ¿Quién dejaría Nueva York para vivir en Tánger? Paul, claro. Recuerdo que Capote se estremeció cuando nos visitó. ¡Estaba obsesionado con los alacranes! Para Tennesse, en cambio, es el paraíso. Y para Cherifa también. ¿Te vendrías conmigo a Estados Unidos, Cherifa? ¿No? Ja, ja… Ni siquiera consintió acompañarme cuando enfermé y me llevaron a Inglaterra. Todos murmuran, Pilar. Al parecer me tiene embrujada, figúrese. En una recaída, Paul la echó a la calle. Alguien inventó que había encontrado un mechón de mi cabello en una maceta y le amargaron la existencia. Sin embargo, ella, con dignidad, me esperó en su casa, en una de esas montañas que rodean Tánger. ¿Sabe que Tánger se levanta sobre varias colinas, como Roma? Fui a buscarla en cuanto mejoré. Es una mujer con carácter. Confío en que se quede con nosotras unos días la próxima vez, Pilar. Cherifa le sorprenderá. A ella no le gusta que lo cuente pero fue la primera musulmana que apareció en jeans por el mercado. Sin embargo, ellos, tan occidentales, la critican. El primero, Paul. Dice que me distrae, que no escribo por su culpa, que desaprovecho mi talento... A mí, en cambio, me parece bien todo lo que hace Paul. En realidad, seguimos caminos paralelos. Él es más persistente. Un gran escritor, en serio, de los mejores, aunque a veces también se disperse y se encierre abajo, en su piso, con... ¿Cómo se llama? Ay, me está doliendo la cabeza otra vez. Cherifa, prepara té para Pilar.


... Y tú sabes que en el largo viaje que te espera, cuando para permanecer despierto en el balanceo del camello o del junco se empiezan a evocar todos los recuerdos propios uno por uno, tu lobo se habrá convertido en otro lobo, tu hermana en una hermana diferente, tu batalla en otra batalla, al regresar de Eufamia, la ciudad donde se cambia la memoria en cada solsticio y en cada equinoccio.
Italo Calvino
Las Ciudades invisibles

6/13/2006

In memoriam



Quand nous chanterons le temps des cerises
Le gai rossignol et merle moqueur
Seront tous en fête
Les belles auront la folie en tête
Et les amoureux
du soleil au cœur
Quand nous chanterons le temps des cerises
Sifflera bien mieux le merle moqueur.

Mais il est bien court le temps des cerises
Où l’on s’en va deux cueillir en rêvant
Des pendants d’oreilles
Cerises d’amour aux robes pareilles
Tombant sous la feuille en gouttes de sang.
Mais il est bien court le temps des cerises.
Pendant le corail qu’on cueille en rêvant

Quand vous en serez au temps des cerises
Si vous avez peur des chagrins d’amour
Evitez les belles
Moi qui ne crains pas les peines cruelles.
Je ne vivrai point sans souffrir un jour.
Quand vous en serez au temps de cerises.
Vous aurez aussi des peines d’amour.

J’aimerai toujours le temps des cerises
C’est de ce
temps-là, que je garde au cœur
Une plaie ouverte
Et Dame Fortune en m’étant offerte
Ne pourra jamais fermer ma douleur.
J’aimerai toujours le temps des cerises.
Et le souvenir que je garde au cœur.


"El poeta escribió la canción en tiempos de la Comune, cuando el pueblo luchaba contra un régimen de opresión feroz. Él sabía que después del combate habría una terrible opresión -mataron a setenta mil obreros y los que quedaron vivos fueron obligados a construir el Sacre Coeur de París- y deseaba que llegase el tiempo de las cerezas, la primavera de la felicidad. "
Tiempo de cerezas.
Montserrat Roig
13 de junio de 1946-1991

6/12/2006

Si una noche de invierno un viajero...


La noche que murió Vicente Aleixandre escuché por primera vez a Javier Lostalé. En el pueblo la oscuridad era un fardo que aplastaba cualquier intento de rebelión. Solo algún camión osaba desafiar la ley de la gravedad horizontal para rasgar el lienzo amarillento que colgaban de las viejas farolas. El frío, ese fantasma sin sábana, saltaba de cuarto en cuarto, de calle en calle, para borrar palabras, apagar los sueños, despertar el miedo. La radio susurró entonces que el gran poeta Vicente Aleixandre acababa de fallecer a los 86 años en su casa, sita en Welingtonia número tres. Apenas había salido alguna vez de allí. Vi la nariz afilada, el rostro plácido, las manos blanquecinas del vidente. Odié a Lostalé, el fingidor que micrófono en mano emocionaba desde la unidad móvil en el boletín informativo de la una, de las dos, de las tres. Ese Lostalé recibido cada tarde con una sonrisa por el maestro mientras yo me resignaba a entrevistarle para la revista del instituto ante la desesperación del director. “Con estos del 27, cuidado. ¿Y por qué se escribe, don Vicente? Porque es lo único que me queda, para ser joven y alimentar una esperanza radical”. Y el muchacho volcaba aquel diálogo sin conocimiento sobre el carro de la Olivetti Lettera 36, a escondidas de la profesora que quiso ser la Margarita de Rubén. El medio pudo ser el mensaje pero Lostalé no existió esa madrugada. Aunque su emoción llevara, condujera, mezclara, rumorosamente arrastrara el cadáver del difunto, nunca visitó a Aleixandre, ni supo apreciar el aroma de la rosa inclinada ni halló el resplandor más hondo. La poesía miente. Tampoco yo llegaría jamás a Wellingtonia, ni escribiría versos ni pondría mi mano sobre el hombro del poeta para decir con voz muy baja «Amigo... todo está consumado».

6/11/2006

Autovía b89, salida098, cerca de Moriana


Nadieeeeeeeeee... el eco arrastra el estribillo por la nave industrial disfrazada de cabaña en un abrevadero de la autovía. La camarera, una veinteañera bajita de raza negra, empuja sin fuerzas el mango del filtro hasta ajustarlo a la cafetera. El cartelito que luce en la solapa advierte que se llama Olga. Algunos clientes consultan el reloj con desgana, hace tiempo que llegaron tarde. Otros, absortos en la nada, siguen con la vista la espiral que bosteza la cuchara dentro de la taza. Nadieeeeeeee, pregona la voz ronca en la radio. Un individuo se despega de la barra, da un corto paseo por la sala, anvanza, para, retrocede, despide una mezcla bien visible de gases producida por la combustión de una sustancia, generalmente compuesta de carbono que arrastra partículas en suspensión. El incensario resguardado en la sucia camiseta de tirantes detiene su ir y venir ante unos expositores. Cuatro dedos borran el nombre de Ken Follet de la cubierta, las fascinantes razones de la contratapa. La camarera apila vasos sobre el fregadero. Nadieeeeee, arenga la laringe metálica desde la falsa madera de asbesto. Los feligreses acatan con resignación el presagio. El barquillero de la música adquiere la prisa de una ruleta. Olga levanta la cabeza sin cerrar el grifo. Con sigilo, el brasero ha cruzado la venta, se planta frente a la caja registradora. “Dame un disco de aquellos y cobra”, ordena a la mujer. Emprende el retorno a la nave sin apartar los ojos de las diez líneas escritas en el reverso del cedé. Antes de que relinche y serpentee por la calzada, la bestia lanzará su grito de guerra. Opá, yo viazé un corrá pa eshá conejas y conejillos. Aquí, Radio Buenos Días Efeme. Amanece, cielos despejados. Alégrense, nos aguarda un día cargado de emociones, la vida es bella.


Valdeado el río, cruzado el paso, el hombre se encuentra de pronto frente a la ciudad de Moriana, con sus puertas de alabastro transparentes a la luz del sol...
Las ciudades y los ojos.5
Italo Calvino

Próxima estacion: Bobadilla



Cierta mañana me encontré, tras un sueño intranquilo, convertido en un monstruoso insecto. Todo mi ser reposaba sobre el duro caparazón de la espalda. Al alzar un poco la cabeza, descubrí un vientre oscuro, surcado por curvadas callosidades. Innumerables patas, escuálidas en comparación con el grosor ordinario de lo que fueron mis piernas, ofrecían el espectáculo de una agitación sin consistencia. La mísera habitación, la desvencijada cama que pagaba con agotadores trabajos eventuales, el ventanuco que recogía mi aliento en las noches invernales, se presentaban carentes de volumen, como si las dimensiones fueran dos.
Sí, alguien vendrá.
La carcajada de la gallina del cuadro lo negó: “Ahí te quedas hijoputa”. Las mariposas fueron una contraoferta. “Life vest under your seat”, suspiró bajo la butaca la cabeza de mujer. Si nada existía, ¿con qué materia me hicieron? ¿De una fibra o una sustancia plástica? ¿Me sostenía una estructura firme o la suma de telas, papeles y esencias reunidas a capricho?
Vendrán, repetí.
Demoré cada letra para olvidar que desde mi llegada, los patronos cambiaban a diario, que el edificio estaba en ruinas, que el vecindario empleaba una jerga desconocida y se organizaba por reglas imposibles, que si todo se ha perdido y nada se tiene no hay cafés, ni vino, ni partidas de cartas, ni amigos, ni amores.
¿Hasta cuándo permanecería ajeno, evidente, suspendido? La puerta, si existió, había desaparecido.
Un caudal invisible, como el dedo indiscreto que recorriera la geografía de los ojos, humedeció mi rostro. ¿Lloraba? El destino adquiría otras hipótesis. Con la sequía, el tacto será áspero; el azul, más intenso.
¿Qué contarán de mí los que me conocieron? La vieja y su alcuza, el perro mutilado, el hombre sin dientes que apoya su papada sobre el respaldo de la silla, el niño abandonado en el cochecito... ¿Se recogerán al paso de la comitiva que arrastrará al infinitivo este amasijo rugoso?
Nada queda. A partir de cierto punto no hay retorno. Ese es el lugar por alcanzar.



Para el catálogo de una exposición de Fran Bobadilla.
Ámbito Cultural. El Corte Inglés.
Diciembre, 2005

6/07/2006

Desde Valdrada



En alguna parte de la nada se levanta el limbo de los personajes a la espera de la voz que les diga levántate y anda. Miles de almas arrastran su condena, una memoria, un carácter, las circunstancias. De repente, una orden los aparta de la abulia: Alonso Quijano, recoja sus libros y preséntese en el departamento de personal. Han encontrado un autor para usted. Otras veces la liberación es fruto de la casualidad. Dicen que el coronel Aureliano Buendía exigió el traslado cien años después de haber soñado con la naturaleza del hielo. No todos llegan o se marchan solos. Por un extraño comportamiento que la ciencia del vacío no ha logrado descifrar, los hay que se unen para siempre al destino de su libertador. Antes de que Bogart o Mitchum le prestaran una máscara, Phillip Marlowe protagonizó un oscuro episodio con un tal Chandler. La última ausencia presagiada en el edén de papel es la del mercenario Zawi Zirí, el antiguo jefe de policía a quien se atribuye la fundación de la ciudad fantasma. No constan los detalles de la fuga. Pudiera ser que, con la complicidad de la Musa, el azahar se confundiera con la espesa bruma que cubre el lugar. El primero de los efectos del veneno que liberó para siempre al rey Zawi fue la euforia. Toda la noche oyeron pasar pájaros. Cuando el médico espagirista despertó, el beréber no estaba allí. De poco habían servido los presagios de Urlilit de Tuat, el sacrificio de Patroclo, los desvelos de Nausícaa. Un invisible tíaso despidió al fundador de la estirpe. Grato sentir o presentir, rey doliente -saludó Serrano-, que tus dulzuras son adioses, que te será negada la llave, que la cruz del infiel borrará la luna, que la tarde que miras es la última.



Los antiguos construyeron Valdrada a orillas de un lago con casas todas de galerías una sobre otra calles altas que asoman al agua parapetos de balaústres.
Las ciudades y los ojos.1
Italo Calvino


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Principal acusado

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"Todo misterio resulta al fin una trampa. El rastro de Miguel Fernández, su espejismo, conducen a la nada. Inventarlo fue mi error. Conocerle, mi tragedia.”