Y cuando el dinosaurio despertó, Carver bebía, el oro de los tigres deslumbraba a Borges, Millás atendía el teléfono. Macondo entonces fue un sueño, una plegaria de Capote perdida en la lejanía de Bowles. El hombre ya no estaba allí. Solo encontraron un relato. Apenas un destello de vida.

10/28/2006

Como un ser humano

No se miró al espejo en el ascensor ni encendió la radio al subir al coche. No perdió la compostura en el semáforo. No vió el rostro desagradable de su jefe. No estuvo al tanto de los comentarios de sus compañeros de trabajo. No aguardó con ansiedad la hora de la salida. Ni se alteró por la larga caravana de los que volvían. Ni se enfadó cuando su esposa le resumió las gamberradas de los niños. Ni esperó a la última polémica que el hombre del traje negro planteaba esa noche en televisión. Se acostó y antes de conciliar el sueño supo por qué esa jornada había sido diferente a todas las demás.
Quizás había sido feliz... y no se había dado cuenta.

De Trátame bien.
Ed. Arguval
2000

1 comentario:

Miguel Pérez dijo...

A mí me suele pasar que cuando estoy tocando el piano y dejo lo cotidiano deslizarse a través del tiempo, encuentro otra realidad distinta, que me alimenta y me hace resolver el día a día, sin tanta necesidad de compartir, del modo digo en el que hoy usamos esa palabra que está tan manoseada...

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"Todo misterio resulta al fin una trampa. El rastro de Miguel Fernández, su espejismo, conducen a la nada. Inventarlo fue mi error. Conocerle, mi tragedia.”