En el capítulo anterior...
Y cuando el dinosaurio despertó, Carver bebía, el oro de los tigres deslumbraba a Borges, Millás atendía el teléfono. Macondo entonces fue un sueño, una plegaria de Capote perdida en la lejanía de Bowles. El hombre ya no estaba allí. Solo encontraron un relato. Apenas un destello de vida.
9/08/2006
Canción para mis manos
Con estas manos modelé tus senos
Hice con ellos una tibia copa
Para saciar la sed de tus deseos
Y la roja ansiedad que hay en tu boca.
Con estas manos dibujé en tu cuerpo
Aquel país de extrañas lejanías,
Y un mar enamorado del silencio
Con su misterio de asombradas islas.
Con estas manos apreté tu cuello
En sueños de ansiedad y de agonía,
Atormentado por oscuros celos
En la alta cerrazón de mis vigilias.
Con estas manos que te sueñan llevo
El árbol seco de mi propia vida,
Sus ramas crujen, pero brota de ellas
La flor de una ternura no marchita.
Pero estas manos se han quedado solas,
Pero estas manos se han quedado frías,
Hay tanto invierno en ellas que en mis dedos
Son palomas heladas las caricias...
Ricardo J. Nerví
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