Y cuando el dinosaurio despertó, Carver bebía, el oro de los tigres deslumbraba a Borges, Millás atendía el teléfono. Macondo entonces fue un sueño, una plegaria de Capote perdida en la lejanía de Bowles. El hombre ya no estaba allí. Solo encontraron un relato. Apenas un destello de vida.

2/08/2007

Prudencia y respeto (al pie de la noticia)


Un día faltó al trabajo, no se encontraba bien. Alguien, con criterio, sopesó el dato y consideró que sí, que constituía una noticia importante, digna de la portada de una revista, de ser analizada e, incluso, debatida en el ágora televisivo. Quienes pasamos por delante del quiosco o de la tienda de electrodomésticos fuimos informados con puntualidad de la contingencia y las posibles causas. Con la energía que se administraba la cucharada de aceite de ricino, supimos sus desengaños e ilusiones sentimentales, de las idas y venidas y, cómo no, la aparente mejoría que experimentaba su ánimo. Ayer, sobre la imagen ralentizada de una mujer joven que trata de proteger a una niña de flashes, cámaras y micrófonos, alguien quiso contar la última hora. El reportero quizás balbuceó pero los hechos se relataron según se sucedían. Nuestro derecho a la información, una vez más, había quedado a salvo. Reclamar prudencia y respeto ya era, a esas alturas, mucho pedir.

1 comentario:

Miguel Ángel Muñoz dijo...

Parece que todo lo que puede ocurrir, termina por ocurrir. Ante estas noticias, si nos tememos lo peor, tememos bien. Prudencia, ¿para qué?, demasiadas horas televisivas que llenar.
Abrazos.

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"Todo misterio resulta al fin una trampa. El rastro de Miguel Fernández, su espejismo, conducen a la nada. Inventarlo fue mi error. Conocerle, mi tragedia.”