Y cuando el dinosaurio despertó, Carver bebía, el oro de los tigres deslumbraba a Borges, Millás atendía el teléfono. Macondo entonces fue un sueño, una plegaria de Capote perdida en la lejanía de Bowles. El hombre ya no estaba allí. Solo encontraron un relato. Apenas un destello de vida.

12/21/2006

Tempus fugit

Cada año, a finales de noviembre, busco en el laberinto de mi desorden la tarjeta con un soneto, el dibujo de Gregorio Prieto y cuatro o cinco líneas manuscritas en las que Francisco Creis, tan elegante como afectuoso, dejaba constancia de sus mejores deseos. Para mi desdicha, el destino no sólo nos arrebató un buen amigo hace algún tiempo sino que ha escondido, espero que no para siempre, en los confines de mi desorden la precisa combinación de cuartetos y tercetos que en Navidad me ayudaban a conjurar, entre tanta felicidad impostada, la nostalgia, el peso de la vejez, la incertidumbre frente al calendario. No queda aquí la maldad de los hados. A falta del documento impreso, mi memoria, siempre terca en lo preciso, se resiste a devolverme el poema. Como el diabético metódico que contase los dulces y los volviese a contar, renuncio a la totalidad del festín; aceptaría al menos cuatro o cinco versos. Los primeros, quizás, que situaban al autor en el silencio de su bodega, saboreando el vino mientras recordaba a quienes había querido. O el remate, tan intenso y rotundo como el mejor de los brindis. ¿Dónde está Paco? ¿Dónde la bodega, el vino, los viejos amigos, la alegría de otra época? ¿Dónde está el soneto de Paco? ¿Dónde, mi memoria? Ubi sunt qui ante nos in mundo fuere?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como Gloria Fuertes decía: Todos necesitamos arreglar nuestro desorden personal y si no me equivoco, Luís Rosales también dijo algo tan bonito,...:
"Como el náufrago metódico que contase las olas, que faltan para morir,y las contase, y las volviese a contar......"
Un ciber-lector.

Principal acusado

Mi foto
"Todo misterio resulta al fin una trampa. El rastro de Miguel Fernández, su espejismo, conducen a la nada. Inventarlo fue mi error. Conocerle, mi tragedia.”