Y cuando el dinosaurio despertó, Carver bebía, el oro de los tigres deslumbraba a Borges, Millás atendía el teléfono. Macondo entonces fue un sueño, una plegaria de Capote perdida en la lejanía de Bowles. El hombre ya no estaba allí. Solo encontraron un relato. Apenas un destello de vida.

9/01/2006

(También) los niños cubanos vuelven a la escuela

2 comentarios:

Ramiro Semper dijo...

Otra foto genial, Miguel Angel."Los libros consuelan". Estoy de acuerdo pero ¿qué libros dejarán leer a los cubanitos? Bueno, polémicas aparte, recibe un saludo y mis mejores deseos de que lo hayas pasado bien este verano.

LA CASA ENCENDIDA dijo...

Además de que los libros consuelan, instruyen, enseñan y dignifican. Lo que hace falta es que los niños cubanos, ademas de libros y que les lean los que les saquen de la miseria, ya que no tienen otra cosa, tengan libertad sobretodo,libertad espiritual y intelectual, la comida que necesitan, y todos los derechos que los humanos, se supone, debemos tener. ¡Que debermos tener todos, y no unos pocos!
Lo digo como madre de familia, duele mucho ver a los niños de este mundo pasando miserias, mientras unos pocos se enriquecen y además, están orgullosos de ello.
Saludos.

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"Todo misterio resulta al fin una trampa. El rastro de Miguel Fernández, su espejismo, conducen a la nada. Inventarlo fue mi error. Conocerle, mi tragedia.”