Y cuando el dinosaurio despertó, Carver bebía, el oro de los tigres deslumbraba a Borges, Millás atendía el teléfono. Macondo entonces fue un sueño, una plegaria de Capote perdida en la lejanía de Bowles. El hombre ya no estaba allí. Solo encontraron un relato. Apenas un destello de vida.

9/05/2006

Pero el viajero que huye. Antonio Machado enseña en Baeza


Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales

estudian. Monotonía

de lluvia tras los cristales.

Es la clase. En un cartel

se representa a Caín

fugitivo, y muerto Abel,

junto a una mancha carmín.

Con timbre sonoro y hueco

truena el maestro, un anciano

mal vestido, enjuto y seco,

que lleva un libro en la mano.

Y todo un coro infantil

va cantando la lección:

“mil veces ciento, cien mil;

mil veces mil, un millón”.

Una tarde parda y fría

de invierno. Los colegiales

estudian. Monotonía

de la lluvia en los cristales.



Recuerdo infantil
Antonio Machado
Soledades (1899-1907)

(Y los libros olían a nuevo. También a carne de membrillo para merendar. Otra vez el patio. El maestro de 4-A que terminó la guerra de alférez. Y otros dos, recién llegados, que a escondidas de los curas susurraban nociones elementales de sexualidad como aconsejaba la nueva pedagogía. Un cura rojo confesaba en el recreo. Ego te absolvo. Los viernes, a la una, misa. Por la mañana, los sábados, cine. En mayo, novena. Potro, plinto, raíz cuadrada de, río Duero, río Duero; incluso si hay que darle una bofetada, se le da que más vale un castigo a tiempo que llorar; caligrafía Rubio, nueva ortografía escolar; ai am piter; la vida sale al encuentro; gol; matute y hoyo; setiembre. Lo demolieron todo para hacer pisos muy céntricos, lujosos, hasta con piscina....)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si, pero tampoco nos quitarán (en el recuerdo, claro), el hoyo de pan con aceite y la onza de chocolate "La Campana" del Elgorriaga, los cromos de las niñas, el Capitán Trueno, ah y la colección de "Azucena" de mis hermanas, y que los niños leíamos a escondidas, para que no nos llamaran sarasas o maricas, al emocionarnos con las hadas y los principes, las sirenas y los pescadores. Y otro de José Luís Martín Vigil "Los curas comunistas" (una odisea leerle). Y el catón, la historia sagrada, las monjas y los uniformes de mis hermanas, la comba en la plaza, las bolas de barro y que se partian cuando el choque era más fuerte de lo normal (entonces todavía no existían las canicas de cristal). La bofetada de D. José M. Aquella berruga llena de pelos largos de la madre Luisa, uffffffffff, cuantas cosas. No se si era mejor esa época, pero si creo que había más valores, educación y respeto. Por otra lado, además son nuestros recuerdos,los mios en particular son muy entrañables y ... bueno, mejor lo dejo.
El ciber-lector.

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"Todo misterio resulta al fin una trampa. El rastro de Miguel Fernández, su espejismo, conducen a la nada. Inventarlo fue mi error. Conocerle, mi tragedia.”