Y cuando el dinosaurio despertó, Carver bebía, el oro de los tigres deslumbraba a Borges, Millás atendía el teléfono. Macondo entonces fue un sueño, una plegaria de Capote perdida en la lejanía de Bowles. El hombre ya no estaba allí. Solo encontraron un relato. Apenas un destello de vida.

11/08/2007

Al vuelo


"En una ocasión pregunté a una vieja dama japonesa: ¿Qué sería lo primero que habría que pedir a Dios? Inteligencia, respondió."





Escuchado en "Alexandra", de Alexander Sokurov


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Una vez escuché a un jefe que tuve decir (no sabía que andaba por allí) a un amigo suyo, que su secretaria no era muy inteligente (la secretaria era yo). NO me fuí de allí porque necesitaba el sueldo y es que no me dejaron nunca ser la que en realidad era, y tuve que ganar el sueldo como Dios me dió a entender, quizá me dió inteligencia para hacerlo. Ahora ya un anciano y cuando me ve por la calle, me abraza y llora, ¡sus vidas han cambiado tanto...!
No se porque le cuento esto, no se si debo hacerlo en un blog tan serio como creo es este, pero esta frase que ha transcrito usted, me ha recordado tantos momentos...
Desculpe las molestias y saludos.
Marisiña.

Anónimo dijo...

Ufff, la inteligencia. ¡Qué mal se utiliza a veces o que confundidos estamos, cuando nos creemos inteligentes!
Siento no pasar por aquí, todo lo que me gustaría.
Saludos del ciber-lector

Anónimo dijo...

Feliz año. Espero nuevas entradas.
Saludos
Federico

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"Todo misterio resulta al fin una trampa. El rastro de Miguel Fernández, su espejismo, conducen a la nada. Inventarlo fue mi error. Conocerle, mi tragedia.”