Y cuando el dinosaurio despertó, Carver bebía, el oro de los tigres deslumbraba a Borges, Millás atendía el teléfono. Macondo entonces fue un sueño, una plegaria de Capote perdida en la lejanía de Bowles. El hombre ya no estaba allí. Solo encontraron un relato. Apenas un destello de vida.

1/21/2007

Esperando el invierno

No soy yo él que te ama este minuto.
Es él en mí, su invento.
Un lento asesinato de ternura.
Juan Gelman
Foto: Acantilados de Maro. Domingo 22/01/07 13:00

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"Todo misterio resulta al fin una trampa. El rastro de Miguel Fernández, su espejismo, conducen a la nada. Inventarlo fue mi error. Conocerle, mi tragedia.”