
En el capítulo anterior...
Y cuando el dinosaurio despertó, Carver bebía, el oro de los tigres deslumbraba a Borges, Millás atendía el teléfono. Macondo entonces fue un sueño, una plegaria de Capote perdida en la lejanía de Bowles. El hombre ya no estaba allí. Solo encontraron un relato. Apenas un destello de vida.
1/15/2007
Año nuevo. Cortar y pegar

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2 comentarios:
Sigo dándole vueltas en la cabeza, desde que leí tu historia hace días, a la anécdota de Matilde Horne, triste, como tantas secretas historias tristes que muchos amantes de la literatura habrán protagonizado. Pienso en cuántos traductores malpagados y a pesar de eso amantes de la literatura...
Jolines..., a mi me pasa igual, me encanta la llovizna y el muñón me pone los pelos de gallina y esa imagen de Saddan es horrorosa, como más horroroso me pareció que la divulgaran, pero bueno, al menos nos queda la palabra.
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