Y cuando el dinosaurio despertó, Carver bebía, el oro de los tigres deslumbraba a Borges, Millás atendía el teléfono. Macondo entonces fue un sueño, una plegaria de Capote perdida en la lejanía de Bowles. El hombre ya no estaba allí. Solo encontraron un relato. Apenas un destello de vida.

8/01/2006

Necesito hacer varias llamadas ¿Alguien tiene un teléfono a mano?


“Lo que me impresiona de verdad es un libro que, al terminar de leerlo, nos haga desear que su autor fuera un estupendo amigo nuestro, a quien pudiésemos telefonear cuando nos viniera en gana”.
Holden Caufield dixit


Jerome David Salinger
El guardián en el centeno

2 comentarios:

Ramiro Semper dijo...

Seguro que entonces te saldría el contestador:" Este es el buzón del gran genio de la literatura universal, por favor deje su testimonio de admiración después de oir la señal". Además puede ocurrir que personas auténticamente despreciables y miserables sean genios literarios.(Que me perdonen los admiradores de Don Camilo).

Anónimo dijo...

Me ha pasado infinidad de veces y me gustaría poderlo hacer posible algún día, con alguno de mis escritores/as preferidos/as, antes de que fuera demasiado tarde, pero por otra parte, también entiendo que se guarden sobretodo, de la prensa rosa.
Saludos de un ciber-lector

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"Todo misterio resulta al fin una trampa. El rastro de Miguel Fernández, su espejismo, conducen a la nada. Inventarlo fue mi error. Conocerle, mi tragedia.”